Martes, 03 Diciembre 2024
Lunes, 02 Mayo 2016 11:42

Los dulces poblanos, tradición centenaria de obligada prueba

Escrito por

Por Evelyn Morales
Twitter: @eveemc07

 

“En México al decir dulce se abarca un universo de sensaciones y de productos; se hace referencia a una amplia gama de fenómenos que van desde la naturaleza a la cultura, de las frutas a los postres, pasando por obras de la literatura, musicales, refranes populares cuentos y leyendas las cuales nos incitan a comer una deliciosa golosina tradicional.”

 

Sergio Reyes Retana 1990. La historia del azúcar (FCE, 1990)

 

 

Puebla se viste de colores y sabores en una sola de sus calles, quizás la más famosa del estado, donde miles de turistas acuden cualquier día de la semana, decorada por cientos de abejas atraídas por el azúcar de los productos regionales; basta con preguntar por la calle de los dulces en el centro histórico de Santa Clara, Puebla, para que todo mundo indique cómo llegar.

El reconocimiento ganado por esta región como elaboradora de ricos postres no es en vano, ya que cuenta con una variedad de más de 300 dulces típicos, cuya historia comenzó en tiempos de la Conquista española, con lo que introdujeron a nuestro país muchos de sus productos, como la caña de azúcar, indica Janet Long (1997) en su libro Conquista y comida. Consecuencias del encuentro de dos mundos.

Los habitantes de esta zona han sabido transformar cada uno de estos productos para crear sus delicias, al mezclar ingredientes y crear sabores y texturas que son únicas para el paladar.

El nacimiento de esta dulce tradición comenzó de boca en boca de los productores; su origen se dio en los antiguos conventos, como muestra de agradecimiento a sus benefactores, quienes contribuían con recursos para su manutención. En esos espacios de retiro católico comenzó la elaboración de conservas en almíbar con higos, duraznos, membrillos y limones, entre otros, así como confituras que se hacían con frutas secas, como almendras y avellanas, de acuerdo con Carlos Zolla (1995) en su texto Elogio del dulce, Ensayo sobre la dulcería mexicana.

Por esa razón para los turistas los dulces poblanos son considerados una verdadera delicia. En la calle del azúcar encontramos una gran variedad de polvorones, obleas con miel, pepitorias, buñuelos, alfeñiques, borrachitos, camotes, muéganos, palanquetas de cacahuates y muchos otros.

“Es una calle muy importante para el turismo que visita Santa Clara, la mayoría vienen buscando la calle de los dulces”, comenta una comerciante del lugar; esta actividad se ha conservado desde hace más de cien años y en consideración de varios locatarios, los poblanos consumen con poca frecuencia estos dulces, pues los turistas son los principales compradores, ya sea para su consumo personal o como un recuerdo.

La venta se incrementa en temporada vacacional y en las carreteras estatales son muchos quienes se dedican al comercio de dulces. Sin embargo, Eduardo Merito Juárez, arqueólogo en la delegación poblana del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), citado por Notimex, sólo Puebla y Querétaro cuentan con una amplia variedad de dulces típicos.

Los dulces poblanos destacan por su elaboración artesanal, de manera doméstica o en algunos casos en fábricas establecidas para la actividad; más que una tradición es un patrimonio para su cultura, además de que familias enteras subsisten por medio de la venta de estos artículos. Su posición como productora la adquirió más tarde, cuando se desarrollaron los centros regionales de producción como Toluca, Morelia y Puebla, que actualmente son los de mayor producción y tradición dulcera en todo el país.

Para los turistas adquirir un producto es una gran oportunidad para comparar la rica y variada existencia de costumbres y tradiciones que dan identidad a cada lugar, en cada región o a un estado específico de nuestro país, donde los dulces regionales son un ejemplo artesanal, tanto en su fabricación como en su consumo, por todo lo que implica obtenerlos.

Los vendedores adornan de colores pintorescos sus locales, ofrecen sus productos con la cantaleta “pásele, aquí tenemos los mejores precios y la mejor calidad”, en búsqueda de atraer a más compradores, quienes a lo largo de la calle prueban infinidad de dulces.

La degustación es inigualable, va acompañada de calidez —que es el toque especial que le da el pueblo—, sus colores, su clima y de la esencia de sus habitantes, quienes hacen una experiencia inolvidable tener estar preparaciones ancestrales.

Un México con sabor es el regalo de los poblanos al mundo no sólo por quienes elaboran lo que al cliente le causa una sonrisa placentera, lo que azucara la boca y causa una montaña rusa de sensaciones, pues también hay una gran riqueza gastronómica. Los estantes llenos de dulces realzan ante nuestros ojos los colores de nuestro país, el verde de nuestra bandera plasmado en los limones rellenos de coco, el rosa mexicano, el rojo de los borrachitos o el blanco y naranja de las cocadas, que mantienen viva una de las tantas tradiciones de nuestro país.

 

 

Imágenes secundarias de: @eveemc07
Imagen principal de: www.taringa.net

Victor Manuel García Santiago

Periodista y catedrático UNAM. Amante del cine, música, escribir, leer y enseñar. Apasionado por los medios. Amo a mi familia y Bronco de Denver de Corazón. 

Twitter @Vikusan 

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