Y así, con un suspiro me robaste el corazón,
Me robaste el dolor que como velo nocturno me cubría el alma,
Ungüento pusiste en cada herida, miel en cada caricia
Y en cada beso un poco de fuego y pasión.
El rubor regresó a mi rostro como sol de medio día,
Regalándome el perfume de tu cercanía,
Tú que ahuyentaste los lamentos y los fantasmas del pasado.
Lléname de placer y conviérteme en gotas de sudor,
De esas gotas que recorren la espalda, los labios, el cuerpo entero.
Ven convirtamos los gemidos del alma en una hermosa canción.
Sí, en la caricia más suave te quiero, Es a ti a quien quiero, a tu sonrisa,
A tus largas noches de soledad, y a tus días tristes.
Te quiero hoy y mañana, en la cima del mundo y en el rincón más oscuro.
Porque eres todo, porque eres vida, porque eres muerte, porque eres mía
Por eso te quiero.
Y así nos elevamos al cielo, entre súplicas y estrellas,
Entre huesos, entre murmullos.
Saltando abismos, descubriendo secretos,
Apartando los sentidos y quedándonos en la carne,
Y en el silencio esperarnos, quitándonos todo,
La voz, la luna, el frío, la vida. En fin quitarnos todo.
Ya mi voz ha roto el silencio que había en tu corazón,
En mil pedazos se rompió, dejó libre el alma
para brillar en las estrellas, para unirse con la luna,
Y escaparse con lo sueños en las noches sin fin.
Y así mismo haces tú conmigo, con tu risa inocente,
Y tal vez sean también tus ojos, esos ojos grises
Que me pintan un cuadro de Rembrandt.
Ven, quiero tocar las partituras de tu cuerpo,
Ven, que esta noche vamos a navegar en el océano
Profundo del deseo y sobre las olas escribir una nueva sinfonía.
Y así, en esta noche oscura incendiemos con caricias todos tus lamentos,
y nos regalaremos una hermosa melodía llena de fuego y pasión.