Columna: El Meollo del Asunto.
Por: Daniel Valles.
El Rey Salomón, en una de sus frases llenas de sabiduría diría: “A muchos malvados, muchos delitos”.
Nuestro país está sumido en una gran masa pantanosa de violencia de la más execrable y maldita materia. La maldad humana. Para muchas personas esto no es más que un cuento. La maldad no existe. (Ver; “Maldad Luciferiana”, www.danielvallesperiodista.com)
La realidad es que como nunca antes estamos viendo hechos delictivos que no sólo enlutan los hogares mexicanos, sino muestran la inoperancia, las carencias y a falta de sentido común de las diversas autoridades en el país para combatir la violencia. Existen excepciones, pero en lo general, todas están, “perfectamente mal”.
En la Ciudad de México, apenas este día 28 de septiembre, más de dos mil feministas radicales marcharon en la ciudad e intentaron incendiar la Catedral Metropolitana y el edifico que alberga la Cámara de Comercio.
Agredieron a transeúntes y causaron destrozos en el primer cuadro de la ciudad partes. Esto con la “complacencia” de la autoridad que hace como que no pasa nada.
Pero que si usted o yo vamos a hacer lo mismo, seguro terminaremos en la cárcel y habremos de pagar los daños y una gran multa.
De esta manera vemos un atentado contra el estado de derecho que la autoridad no puede garantizar para los ciudadanos. Siendo esta su principal función. Así sucede en todo el país.
Tenemos violencia en el hogar, en la escuela, en el trabajo. Hacia personas incapaces de defenderse. No es algo accidental. Es un maltrato premeditado cuya naturaleza oculta impide que la gente vea y note el alto grado de intolerancia de quienes la ejercen.
Esta es la violencia social. La que debemos sumar a la violencia criminal. La que comprende los asesinatos, los robos de todo tipo extorsiones, secuestros, etc.
Este tipo de violencia, la criminal, nos cuesta a usted y a mí la cantidad de 6, mil 468 pesos al año. Cantidad a la que hay que sumar 14 mil pesos anuales que representan el costo de la corrupción en el país.
Tenemos entonces que este es un “tipo de impuesto o costo” indirecto que todos pagamos queramos o no. Sepámoslo o no. Nos guste o no. Estemos de acuerdo o no. Seamos de Morena o del PAN, del PRI o del PT.
Durante 2018 se cometieron en el país más de 33 millones de delitos, que tuvieron un costo de 286 mil millones de pesos para las víctimas, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) 2019, realizada por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).
Alguien diría: “¡Ah!, pero eso fue antes de que entrara la actual administración, la que va a terminar con la violencia y ya terminó con la corrupción”.
Pues vuelva a decir ¡Ah! Y no vaya tan rápido, porque tiene que elevarla a la 4T.
La misma encuesta, la Envipe 2019, estableció que en el presente año, 82.4% de los encuestados se siente más inseguro en un cajero automático, seguido de un banco con 72.6 por ciento.
José Antonio Polo, presidente de la organización “Causa en Común”, explicó que; “el cálculo de crecimiento de homicidios en el país podría terminar en una tasa de 31 mil por cada cien mil habitantes, lo que significaría la peor crisis de violencia en el país.
Si se compara con el año más violento del sexenio de Felipe Calderón, la tasa 2019 estará por arriba de la de 2011 por siete puntos al pasar de 24 mil a 31 mil por cada cien mil habitantes, “México está al revés, los índices delictivos van al alza”. Dijo.
Agregó: “De niveles altos, estamos a niveles cada vez más altos mes con mes y todos nuestros procesos de desarrollo institucional, todos, sin excepción, van para abajo”.
Esta violencia no aparece o brota simplemente porque salió el sol.
Para que se manifiesten los signos de violencia que estamos viendo en México, se requieren de muchos años de “deshumanización masiva”. La que es paulatina.
Para lograr el efecto contrario, es decir, para que se mejore lo que estamos viendo, se requiere de mayor empeño, consistencia y años. Pero principalmente de arrojo, coraje, carácter y determinación en las personas para llevar a cabo una obra que vaya a la vanguardia y provoque a otros a seguir el ejemplo.
Entonces, se requiere de líderes. Pero de líderes sociales, no sólo de líderes políticos.
Los que identificados con las causas y necesidades de la ciudad, sintiendo un “dolor en el alma” por la deshumanización, por la maldad imperante y lleven a cabo un proyecto firme y consistente para revertirla la maldad.
Afirmo que se requiere de verdaderos Mensajeros que implementen el método y lleven el Mensaje que la ciudadanía está esperando para experimentar una transformación.
Porque el que escuchamos diariamente por las mañanas, de acuerdo a la encuesta, no está haciendo esa labor que se requiere. Y eso es, El Meollo del Asunto.