“Los tipos de cambio deben ajustarse para igualar los niveles de precios entre países.”.
Gustav Cassel (Economista sueco)
¿SUPERPESO O SÚPER ENGAÑO?: El viernes pasado se anunció en la matutina y tautológica conferencia palaciega, que el dólar se cotizaba en 16.73 pesos, nivel no alcanzado desde 2015 y se insistió en la idea, mal fundamentada, de que tenemos una súper moneda, un superpeso.
Bueno, habrá que aclarar a los que no analizan que una moneda sobrevaluada no se considera una "supermoneda". No existe el llamado superpeso y es una ofensa a la inteligencia, o falta de la misma, llamarlo así.
La sobrevaloración de una moneda ocurre cuando su valor nominal o tipo de cambio es más alto de lo que su valor real o fundamentos económicos (la inflación, la inversión, la deuda pública o el crecimiento económico) justifican.
Esto puede ocurrir por varios motivos, como una demanda excesiva especulativa, una excesiva entrada de dólares por remesas u otros motivos no ligados a la inversión, incluso delincuenciales; o aún por intervenciones del gobierno para mantener artificialmente el valor de la moneda.
Esto que se presume como un logro, igual que las remesas, por cierto ligadas a este fenómeno, de hecho trae consecuencias negativas para la economía. Lo que está ocurriendo -y no se presume- es que los productos y servicios producidos en el país son ya más caros en los mercados internacionales, lo que puede afectar negativamente a las exportaciones y a la competitividad de las empresas nacionales.
También genera problemas de inflación interna, ya que los bienes importados se vuelven más baratos y pueden competir y desplazar a los productos locales.
Por lo tanto, una moneda sobrevaluada no se considera una "supermoneda" porque su valor inflado no refleja necesariamente una economía sólida o un sistema financiero saludable. En cambio, ya es un indicador de desequilibrios y distorsiones en la economía, que eventualmente podrían corregirse mediante ajustes en el tipo de cambio, inversiones productivas o políticas monetarias adecuadas.
Cuando hay una sobreoferta de dólares por remesas y exportaciones sin inversión interna suficiente, surgen varios efectos negativos en la economía. Se presume un “superpeso”, pero esto no ayuda a mejorar el poder adquisitivo o a bajar las tasas de interés, mucho menos a promover la inversión y el empleo, entonces... ¿qué se presume?
ILUSIÓN MONETARIA: Lo que está ocurriendo es, en términos económicos, una apreciación de la moneda local denominada ilusión monetaria: El exceso de oferta de dólares ha ocasionado la apreciación de la moneda local. Esto significa que el valor de la moneda local aumenta en relación con otras monedas, lo que, de acuerdo a los últimos resultados negativos de nuestra balanza comercial, ha traído consecuencias negativas para las exportaciones.
Los productos y servicios producidos en el país se vuelven más caros en los mercados internacionales, lo que dificulta la competencia y puede reducir las ganancias de las empresas exportadoras.
Por el lado de las importaciones, la apreciación de la moneda hace que los productos importados sean más baratos en el país. Esto puede llevar a una mayor competencia contra las empresas locales, especialmente aquellas que no son exportadoras. Si no hay una inversión interna suficiente para mejorar la productividad y la eficiencia, las empresas nacionales enfrentan dificultades para competir con los productos importados, lo que, como se vio desde los inicios de la pandemia, afecta seriamente viabilidad y genera la pérdida de empleos. En un momento dado, es más barato importar que producir.
Una sobreoferta de dólares como la actual, puede generar desequilibrios en la balanza de pagos del país, y eso se lo deberían de explicar los “especialistas” al presidente. Si las exportaciones no son suficientes para compensar las importaciones, se produce un déficit comercial, que es lo que ya está pasando en México.
Esto puede, a la larga tentar al país a utilizar sus reservas internacionales o a recurrir a la deuda externa para financiar el déficit, lo cual genera problemas de sostenibilidad financiera a largo plazo. Recordemos que la deuda pública ha crecido, en lo que va del sexenio, de 10 a 14 billones de pesos, que habrá que pagar de una u otra manera.
Otra consecuencia, trágica por el núcleo al que afecta, y que, por supuesto se omite cada mañana, es la reducción del poder adquisitivo de las remesas. El receptor recibe menos pesos ́por los dólares remitidos y tiene que adquirir mercancías afectadas por la inflación. Doble efecto negativo para las familias más pobres.
El presumido “superpeso” es también un menor incentivo para la inversión interna: Si las remesas y las exportaciones son las principales fuentes de dólares en la economía, puede haber un menor incentivo para la inversión interna. Las empresas pueden optar por mantener sus ganancias en dólares en lugar de invertirlas en proyectos locales, lo que puede limitar el crecimiento económico y la generación de empleo.
En pocas palabras: una sobreoferta de dólares sin inversión interna suficiente puede llevar a una apreciación de la moneda local, deteriorar la competitividad de las empresas locales, generar desequilibrios en la balanza de pagos, propiciar acciones delictivas, afectar el poder de compra de las clases de menos recursos, y reducir el estímulo para la inversión interna. Estos efectos pueden tener un impacto negativo en el crecimiento económico y el desarrollo sostenible del país. Tener una moneda cara en relación al dólar no equivale a tener un superpeso.
DE FONDO: De acuerdo al método de la paridad del poder adquisitivo que establece que el tipo de cambio entre dos monedas debe reflejar la relación de los precios de una cesta de bienes y servicios idénticos en ambos países. El dólar/mercancía debería de estar por arriba de los 29 pesos. Si el tipo de cambio real difiere significativamente del valor teórico, según la PPA, significa que hay una sobrevaluación, que más que presumir, nos debe de preocupar.
DE FORMA: Si el dólar está tan “barato”, ¿por qué no se compran dólares para bajar la incrementada deuda pública? La respuesta es simple, no hay pesos para adquirir esos dólares al Banco de México. Recordemos que cada dólar reservado ya circula como peso, en su equivalencia, solo que no se han empleado en proyectos productivos y hasta Marx les reclamaría no haber generado plusvalía y crecimiento económico.
DEFORME: PREGUNTA PA ́L DIABLO: Si la gasolina se compra en dólares y costaba 21 pesos cuando el dólar estaba a 21 pesos. ¿Por qué no ha bajado su precio si, además, el importe internacional de los combustibles ha disminuido? 120 países tienen hoy gasolina más barata que México. Hace 6 meses, costaba un dólar: 21 pesos. Ahora cuesta 92 centavos de dólar: debería de costar 15.64 pesos. Con todo e impuestos.
En contraparte, el oro, refugio de seguridad por excelencia ha subido su valor, pero en México, por efectos de la sobrevaluación del peso, su precio ha disminuido. En marzo, la onza troy de oro se cotizaba en 1,960 dólares la onza, el centenario (1.2 onzas) costaba 49,352 pesos con un tipo de cambio de 21 pesos. El viernes pasado, el oro se cotizó en 1,985 dólares la onza, precio mayor que el de marzo, obviamente, sin embargo, el centenario, al cotizarse el dólar en 17 pesos, costaba, “solamente” 40,984 pesos. Lástima que todavía industria y transportes utilicen más gasolina que oro.