El país está al borde de la locura, tantas y tantas formas de pensar y de opiniones que rodean los acontecimientos de la vida nacional, que es difícil encontrar una opinión que no tenga ningún interés político.
Comenzamos desde que la sociedad está contaminada, esa sociedad de la que emanan nuestros políticos, de la que emanan nuestros policías, nuestros ministerios públicos y jueces.
Los políticos están contaminados, unos más que otros, otros más cínicos que otros, pero no hay uno solo que se salve de la contaminación social que se ha descompuesto en el núcleo de la familia mexicana.
El país está llegando al límite de una crisis de seguridad, los asesinatos los vemos como el pan nuestro de cada día, como una normalidad, encontrar una fosa en Veracruz con 20 cuerpos da igual que leer una noticia de un incendio forestal en Guerrero, hemos dejado de sorprendernos de los descabezados, descuartizados, ejecutados, desaparecidos y secuestrados, hemos perdido el respeto por la vida y la muerte, da igual que asesinen a un periodista que el asesinato de un delincuente, esas noticias ya no nos sorprenden.
Esto que hoy ya es tema de conversación en las mesas donde se sirve la comida, o donde te sientas a trabajar o en las filas de los supermercados ha sobrepasado el límite de los buenos y los malos, unos culpan al corrupto gobierno, otros culpan al corrupto ciudadano, otros culpan a los corruptos políticos y unos más culpan a los delincuentes, incluso hay quienes justifican a los que asesinan y roban por necesidad, pero la seriedad del tema tiene que asentar en el pensamiento y la sensatez de cada mexicano.
Lo ocurrido en la localidad de Palmarito Tochapan, municipio de Quecholac, Puebla, debe escarmentar en lo más profundo de la mente de los mexicanos, este hecho lamentable por donde se le quiera ver, debe estremecer la mentalidad de todos y cada uno de los que formamos esta sociedad descompuesta. No hay duda de que un elemento del ejército mexicano cometió un error, más allá de los peritajes que en este momento ya hace el ministerio público militar y la procuraduría general de la república, no podemos generalizar el actuar de las fuerzas armadas, si bien es cierto que ese hecho no puede quedar impune, nuestro ejército mexicano es la última línea en defensa del pueblo mexicano y culparlo de su actuación en general es muy arriesgado.
Otro video donde se exhibe a un criminal conocido como “El Pavin” quien a sangre fría dispara por la espalda a un militar, quitándole la vida instantáneamente, hace ver la realidad del momento donde se libró una batalla de vida o muerte entre elementos del ejército y las bandas de chupaductos mejor conocidos como “huachicoleros” en la región de Puebla.
El momento es aterrador, las escenas son escalofriantes, da miedo saber que en eso se ha convertido nuestro país.
Por supuesto los revolucionarios de Starbucks y de escritorio, han condenado al ejército mexicano por su actuar, generalizando la mala conducta de un solo elemento de nuestras fuerzas armadas, pero lo más grave es que hay ciudadanos que justifican el actuar de los huachicoleros, miles y miles de opiniones saturan las redes sociales con argumentos de que esos chupaductos se defendieron, eran unos inocentes campesinos, si el gobierno les roba ellos también tienen el derecho de robar, el ejército reprime al pueblo bueno, y demás opiniones que sería imposible escribirlas todas, sin embargo, a esos porristas y adoradores de este tipo de actos, les recuerdo que así se inicia la descomposición social.
Déjenme recordarles algo:
Un asalto ocurrido en la autopista México-Puebla, a unos metros de la caseta de cobro de San Martín Texmelucan, dejó como saldo a un bebé de dos años muerto, así como a su madre y una menor violadas.
Los hechos ocurrieron minutos después de las tres de la madrugada cuando ocho sujetos que viajaban en dos distintos vehículos les cerraron el paso a la familia y amagaron con dispararle a un bebé para que se bajaran del vehículo.
En el kilómetro 96 de la autopista, los asaltantes violaron a dos mujeres, la mamá y a la hermana, para después dispararle a quemarropa al niño de dos años de edad y escapar a bordo de la camioneta Ford Ranger.
“Publímetro, 02 de mayo 2017”
De este lamentable hecho hubo dos versiones sin que hasta el momento se haya detallado con exactitud el móvil de este cruel acto, sin embargo hay dos versiones, la primera menos probable que la segunda, pero cualquiera de las dos tiene que ver con el robo del combustible.
De acuerdo al periódico e-consulta y su reportero Alberto Melchor quien el 3 de mayo publicó en el citado portal de noticias, que “Fuentes extraoficiales aseguran que el hecho podría obedecer a una venganza en contra de Hilario “V” y su familia, originarios de Quecholac”. Hilario siendo el padre de una familia que tenía su domicilio en uno de los municipios del triángulo rojo, lugar donde se da el robo, trasiego y comercialización del combustible robado.
La otra versión señalada extraoficialmente por el periódico Excélsior es la del simple robo de la camioneta Ford Ranger en la que viajaba la familia, un vehículo que usualmente usan los ladrones de combustible o huachicoleros. (Excélsior, 3 de mayo 2017).
En este contexto, eso siginifica el huachicol o robo de combustible, empiezan con el simple robo de vehículos, para después convertirse en asesinatos a sangre fría, seguido de violaciones, para luego seguir con secuestros y trata de blancas, eso a la posteridad se convierte en cobro de pisos para comerciantes, para luego convertirse en narcotráfico y balaceras para controlar los territorios terminando en estados con toque de queda.
Eso significa aplaudir a los heróicos huachicoleros y criminalizar a los militares.
No se justifica por ningún motivo el hecho de que un elemento haya actuado mal y se haya convertido en lo que tanto combaten, pero hoy nuestras fuerzas armadas que pelean en las calles contra el narcotráfico y el robo de combustible necesitan una ley que les permita actuar luego de que las policías municipales, estatales y federales han perdido la batalla.
No se puede defender al militar que actuó mal, pero mucho menos se puede criminalizar a todo el ejército.
Da miedo saber que gracias a esos aplaudidores de los criminales y críticos de los militares no les quepa en la cabeza que esos delitos comienzan con el robo de una camioneta, para después disparar y asesinar a un bebé de 2 años y luego violar a una madre y a su hija de 14 años.
Así empieza el huachicol……