La cultura popular pocas veces se equivoca. Cuando un dicho o refrán emana de la gente, del “pueblo”, como dirían los clásicos, es porque ya se ha meditado grandemente en su valor y se ha comprobado su verdad ampliamente entre las personas. A veces es a través de varias generaciones que esto sucede y se queda impregnado en la siquis colectiva. No siempre o casi nunca se sabe de dónde emanan estas “perlas de sabiduría” que no son otra cosa que los “dichos” que la gente repite constantemente. Éstos sólo “aparecen” y se quedan fijos en la mente colectiva de una nación. En su cultura.
Para desgracia de la misma gente, sus dichos y su gran sabiduría no gozan de espacios los oficiales en la educación formal para su exposición o difusión. ¿Deberían tenerlos? Estoy convencido que sí deberían. Tampoco tienen una clasificación como máximas o guías para la vida diaria y cuyo aprendizaje fuera para todos requerido por la sabiduría que encierran. Se les tiene por silogismos un tanto cómicos. Sin embargo éstos “dichos” llegan a convertirse en “perlas de sabiduría” en momentos en que deseamos afianzar y hacer valer el punto que tratamos. Toda la gente los llegamos a usar. Su aplicación es siempre una señal inequívoca de sabiduría popular en términos absolutos. ¡Son irrefutables! Uno de estos dichos o refranes reza así:
"Hay que ser maduros, pero no tanto que nos caigamos de podridos".
La anterior “perla” o máxima del pensamiento mexicano se puede aplicar tocante a la educación sexual que se imparte en las escuelas del país. Sé bien que tal educación es necesaria y fundamental para que la niñez mexicana tenga conocimientos en tal materia o aspecto de la sexualidad humana. Lo que es más, habrá de enseñarse para que en nuestro país las nuevas generaciones cuenten con un mayor y mejor conocimiento del que tuvimos las anteriores generaciones en cuanto a al funcionamiento sexual en la vida humana.
La sexualidad.
En varias ocasiones he escrito lo que considero es el concepto fundamental de la educación efectiva. Educación de cualquier tipo. Esta debe cumplir con dos requisitos fundamentales. Primero, tener una acción. Segundo, provocar un efecto. La acción debe centrarse en el intelecto. En la inteligencia de la persona. Ayudando al educando a pensar en el “cómo” resolver de manera lógica y pragmática los problemas que le surgen en la vida diaria. La educación debe de ayudarle a “pensar”. A desarrollar una acción. La que requiere de sistemas, de análisis, de disciplina. De planes y muchas otras cosas. Las que se van aprendiendo conforme se avanza y se madura.
El efecto debe llegar a la parte “interna” del educando. Al alma y al espíritu. Así, desde su interior podrá normar su criterio y estará en posición de tomar decisiones balanceadas para su vida familiar, en lo profesional y en lo social. Logrando con ello tener un “autogobierno” efectivo. Lo que en mi opinión es la meta que el efecto de la educación debe de perseguir. No sólo el llenar la mente de conocimientos. Aristóteles afirmaba que era el propósito básico de educar a una persona. Darle las herramientas necesarias para decidir entre el bien y el mal.
Si la acción se lleva a cabo sin tomar en cuenta el efecto que debe de provocar en el educando, la educación está desbalanceada. Ahí el Meollo del Asunto. Y es lo mismo para todas las materias, no sólo escolares, sino las que se estudie con el propósito de educar. Sin embargo, para la Educación Sexual sí hay una gran diferencia que para con los programas en el área de matemáticas, química, física, historia etc. Además, con la Educación Sexual se debe tener mucho más cuidado que con la química. ¿Por qué? Por una sencilla razón; porque el hablar de sexualidad implica algo que las otras materias no proporcionan, placer. Porque se trata de manera única y singular con las emociones de las personas. Con el área sensual de en las personas. Las que son extremadamente sensibles y sensuales
La educación sexual es positiva, siempre y cuando su enseñanza vaya acompañada de otras ciencias que es vital que regresen a las escuelas. Pero con gran presencia. ¿Cuáles serían estas materias? La Moral y La Ética. Las que hasta ahora siguen estando casi ausentes de las aulas. Y si se “aparecen”, por lo esporádico de ellas, es sin la acción y el efecto que deben producir en los educandos. Por lo superficial de su contenido. Lo constatamos por los muy malos resultados en cuanto a embarazos de adolescentes y abortos que se practican en este sector de la población. Los que cada día son más. A pesar de la “Educación Sexual” que desde hace años reciben los jóvenes y que en teoría, les ayudaría a madurar. Pero como dice el dicho popular, los jóvenes y adolescentes, los adultos, están madurado pero de más. Y es ahí cuando se pudren. Entonces ahí está El Meollo del Asunto.
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