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Martes, 29 Marzo 2016 09:11

Perfectamente mal

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Era el año de 1998 cuando hace interrupción en el sistema educativo el entonces polémico libro de quinto año de primaria. En palabras de quien era el secretario de educación, el libro era la “panacea” para atacar un problema que surgía; los embarazos de adolescentes. El señor secretario de Educación Pública, Miguel Limón Rojas, (1995-2000) afirmaba que "…el propósito del libro de quinto año es el de  informar y orientar, de manera responsable y respetuosa a escolares para evitar a futuro riesgos de embarazos prematuros o no deseados,  y del contagio del Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida (SIDA)." El libro revolucionaba la enseñanza sobre sexualidad humana. La derecha política mexicana “puso el grito en el cielo”. Se excedía y se traspasaba el límite con los menores.

Casi 20 años después de esta declaración, sabemos que la solución propuesta sí ha funcionado. ¡Pero perfectamente mal! Al igual que cualquiera de las “soluciones” propuestas por autoridades tanto de salud, como de educación, como religiosas. Igual que las que han cabildeado grupos feministas y socialistas de izquierda. Las que algunas ya son leyes. Tampoco funcionan las de “la derecha”. Ambas corrientes se han equivocado. Sus declaraciones están siempre cargadas de demagogia. Con cuidado de ser políticamente correctas. Que es lo peor del caso. ¿Qué se requiere entonces?

        En materia de educación se requiere integrar al plan de materias básicas dos ciencias que son vitales para normar el comportamiento humano. Mismas que se eliminaron hace casi treinta años del sistema escolar. Una regresó, sí, pero con muchos “asegunes”. Me refiero a la ciencia de La Moral y la ciencia de la Ética. La primera está ausente de los planes y programas educativos. Y la segunda, aunque presente, no es lo suficientemente categórica en señalar de manera absoluto lo que no edifica.

La Moral y la Ética son ciencias que sirven para conocerse a uno mismo y para conocer a los demás. Para ratificar el cómo deben de hacerse las cosas y señalar el cómo se hicieron. Regulan e indican el comportamiento individual y social de las personas. Pero además, ambas son intrínsecas al ser humano. Lamentablemente se han dejado de lado por mucho tiempo

        Las normas morales y éticas protegen al individuo, a la familia, a la vida humana y la comunión con las personas. Pero el crecimiento enorme de un estado secular y la pérdida paulatina de la moral y la ética, provocaron cambios sociales contrarios a lo deseado. Los que no se han podido superar. Estos son evidentes. ¿La razón para el fracaso? Premisas equivocadas o en su caso, falsas.

Notemos algo importante: no todos los cambios son para mejorar. Algunos son para empeorar. Como ha sido el caso de la educación. Por ello, debe de retomarse el camino de los valores absolutos de la moral y la ética que se deriva de la cultura judeo-cristiana. Ya que estos principios no son arbitrarios y tampoco producto de prejuicios culturales o personales. Sus preceptos son el camino de  la decencia. Que es lo ético. Y el comportamiento moral adecuado. Lo que está muy lejos de ser una realidad en el sistema educativo actual. Que ya ha probado su total fracaso con su secularización. Y para nada me refiero a que la educación ha de ser confesional. Sólo, dejar de relativizar y dejar que cada quien decida. ¿Por qué? Las evidencias están a la vista. Una pandemia de embarazos en adolescentes y una cantidad impresionante en abortos en un segmento de la población, las adolescentes. Esto producto de una evidente falta de educación sólida y preparatoria para la vida. De invitar al relajamiento de la moral.

De una ética que capacite a niños, a las adolescentes, a los jóvenes para pensar en las consecuencias de sus decisiones antes de tomarlas. No se trata de coartar la libertad de persona alguna. Sólo que se tengan los elementos necesarios para tomarlas de la mejor manera y no de incitarles sólo porque “sienten”. Se requiere que piensen y sometan sus pensamientos a elegir lo bueno. Lo que les conviene. Que era lo que Aristóteles buscó al educar a los jóvenes éticamente. Por lo mismo ése es finalmente el propósito de la educación. Y ahí, El Meollo del Asunto.

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Daniel Valles

Periodista @ELMEOYODLASUNTO

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