En la historia democrática de nuestro país han existido muchos partidos políticos vividores del presupuesto (de hecho todos lo son), pero calificados como intrascendentes por su efímero paso por el circo que no dejó algo bueno para recordar, más que su gusto por el poder y a vivir bien unos cuantos años, hasta que se acabó la beca.
Antes de entrar en materia, en una semana se realizarán las elecciones más reñidas, en teoría, en la historia del Estado de México; como anticipamos aquí, las campañas han sido de ataques directos más que propuestas; la ofensiva esta vez incluyó al PRI, lo que es una señal de preocupación en ese partido, ya que antes cualquier crítica lo tenía sin cuidado y ni se molestaba en etiquetar a sus adversarios. Para este proceso, los operadores políticos se dedicaron a buscar con qué acallar a sus contrincantes, especialmente a Delfina Gómez, de Morena.
Anuncios espectaculares, planas en diarios y revistas, espacio en radio y hasta carteles en colonias buscan menguar a la contrincante de Alfredo Del Mazo. Sin embargo, aunque se pudieran demostrar todas las acusaciones, no habría nada de diferente entre el modus operandi del viejo partido tricolor a lo que hacen las huestes de Andrés Manuel López Obrador, lo cual no los libraría de responsabilidad. Parece ser que los priístas gritan a los cuatro vientos que ellos son los únicos que pueden robar, así directo.
Lo más importante de todo es saber en qué ayudan los partidos vástagos del PRI, como Nueva Alianza, (que alguna vez lideró Elba Esther Gordillo), el Verde Ecologista de México, que no tiene nada de ecologista y menos de partido, y el más nuevo de todos, Encuentro Social, cuyo registro peligra nuevamente, más que el de sus compinches mencionados. Todos ellos se adhirieron a la candidatura del nieto pródigo para demostrar que la gubernatura puede ser ocupada como virreinato hereditario. Una familia dedicada a la política, actividad que en estos tiempos nadie se enorgullece de ejercer.
Lo que esperan esos paleros priístas es vivir seis años de algún puesto en la administración de la entidad más poblada. El sistema mexicano debería cambiar, evitar ese tipo de organizaciones que no proponen y como rémoras viven de las migajas que les dan los grandes. Apuesto a que ninguno de ellos quedaría con registro si se lanzaran con un candidato propio.
Mención aparte es el PT (fundado con los cuates del movimiento magisterial de 1989) que de tener candidatos propios pasó a ser aliado del PRD y perdió su registro, misteriosamente recobrado. Ojalá dejáramos de mantener a todos los partidos, y sacar a los que funcionan como empresas familiares. Cada uno debiera buscar una manera de hacerse de recursos propios y no vivir de nuestros impuestos. Si el lector es mexiquense, piense bien antes de votar por un palero que le sirve al poder.
Pregunta para el diablo
¿Qué fue de RAT (Rafael Aguilar Talamantes) y su Frente Cardenista?
Imagen de: @vikusan