Quisimos esperarnos hasta el mediodía de este lunes para confirmar lo que durante meses hemos dicho en este espacio, Andrés Manuel López Obrador es el principal enemigo de Andrés Manuel López Obrador.
La prueba se dio ayer y se seguirá dando mientras el líder del Movimiento de Regeneración Nacional no entienda que tiene que bajarse del reino de los cielos y hablar con los mortales, sumar lo bueno y no llenarse de cascajo como lo dice uno de sus amigos y aliados periodistas Federico Arreola.
Los cientos de frentes que abrió Andrés Manuel por todo el país con todos los partidos políticos, los infundios a los militares, el maltrato a Antonio Tizapa padre de un normalista desaparecido de Ayotzinapa en Nueva York, sus constantes ataques y declaraciones contra la marina, por creer que todos son malos menos él y los que sólo él perdona, el permitir la alianza pública con Fernando González yerno de Elba Esther Gordillo y Rafael Ochoa, quien fue uno de sus principales colaboradores de la maestra, por arremeter contra periodistas afines a su movimiento como Carmen Aristegui llamándola “mirona profesional” y tildando a Pepe Cárdenas como “calumniador”, y por supuesto el no haber guardado su secreto a voces de las conexiones del Chavismo Venezolano con las fuerzas básicas de su Movimiento de Regeneración Nacional, son tan solo unas cuantas causantes de la derrota de la maestra Delfina Gómez, quien resultó una verdadera revelación.
La maestra Delfina hizo lo que le dijeron, pero la estrella de la campaña todo el tiempo fue el tabasqueño, lo que en consecuencia atrajo todos los enemigos del líder de Morena.
Por un lado el viejo y el nuevo PRI hicieron lo de siempre, no es nada nuevo, pero MORENA y su constante reclutamiento de impresentables, sumado a la necedad de Andrés Manuel López Obrador de buscar súbditos y no aliados, llevaron a la autora de la célebre frase “requeté-bien” a la consumada derrota.
El perredista Juan Zepeda - quien en lo personal sí fue la revelación de la campaña - fue la clave para la derrota de Andrés Manuel, a el oriundo de Neza no lo pueden acusar de no buscar la alianza, ni a él ni a Alejandra Barrales, buscaron no una ni dos ni tres veces al peje, lo buscaron en repetidas ocasiones, se humillaron, se sobajaron, les cancelaron, los ningunearon, al grado de aventarse al ruedo a sabiendas que tenían todo que ganar y nada que perder, y ¿quién lo diría? Fue toda una sorpresa.
Hasta el cierre de este texto, Juan Zepeda lleva más de un millón de votos, los que sumados a la ex alcaldesa de Texcoco hubieran sido suficientes para doblar dos a uno al moribundo priísmo de Atlacomulco, pero no fue así, todos conocemos la historia, y una vez más, la necedad del peje lo ha llevado al lugar que comúnmente le toca.
Hoy lo que haga MORENA será una navaja de dos filos, defender los votos y difundir la idea del fraude, sólo le dará la razón a quienes hemos cuestionado su estilo y su eterna cantaleta de que “nos robaron”, el no defenderlos y no salir a las calles sólo desilusionará a quienes con un fanatismo desmedido ansían el momento de cerrar aeropuertos, autopistas y plazas públicas.
De haber tenido un poco de humildad y llegar a un acuerdo con el partido del sol azteca, otra cosa hubiera sido, hoy tendríamos a un Andrés Manuel coherente, centrado y con casi un pie en los pinos, con aliados en el PRD y en la Izquierda del Partido del Trabajo - quien se sumó a huevo - pero la historia ya la conocemos, su interminable soberbia, le permitió sobrevivir al PRI de Peña Nieto.
Por hoy Andrés Manuel tiene mucho que reflexionar sobre sus operadores y sus imposiciones, sobre su amplio reclutamiento de seres despreciables, y por supuesto aprender a escuchar y hacer alianzas, lo cual se ve muy, pero muy lejos.
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