Hay muchas formas de cuidarse, ya que están implicadas todas aquellas conductas con las que nos mostramos amor, respeto y dedicación. Cuando dejamos de cuidarnos nos estamos quitando valor, restamos importancia a nuestras necesidades y de alguna forma estamos agrediéndonos a través de nuestra actitud.
Muchos de nosotros adoptamos un rol de cuidadores, creyendo que hay personas que necesitan nuestros cuidados, y los anteponemos a los nuestros. Pensamos que tenemos la suficiente fortaleza para atender a los demás antes que a nosotros mismos. Esto, como veremos a lo largo de este artículo es un grave error.
Cuidarse supone una responsabilidad con nosotros mismos, para atender tanto a nuestra vida física, como a la espiritual, a la psicológica o a la emocional, ya que conformamos un conjunto y globalidad de aspectos a tener en cuenta y es importante no descuidar ninguno de ellos.
Comprender qué significa cuidarse
Intenta por un momento reflexionar acerca de esto: ¿qué es para ti cuidarse?, ¿qué estás haciendo para cuidarte? La forma en la que nos cuidamos dice mucho sobre cómo nos encontramos actualmente, ya que está estrechamente relacionada con nuestro estado de ánimo y nuestra autopercepción.
Cuidarse significa tenerse en cuenta, escuchar las propias necesidades y comprender que tenemos derecho a sentirnos bien. Es entender y reconocer nuestra existencia, sabiendo que merecemos nuestro amor y nuestra compasión más allá de los juicios y los castigos que nos imponemos.
Estamos cuidándonos cuando evitamos lo que nos produce malestar: cuando nos alejamos de ciertas personas que nos perjudican, cuando ponemos límites a los demás sobre lo que queremos y no queremos hacer y cuando nos damos la oportunidad de tomar decisiones por nosotros mismos, dando prioridad a nuestro bienestar.
Cuando dejo de cuidarme me estoy agrediendo
Despreocuparse y descuidarse a uno mismo es una forma de agredirnos y de infravalorarnos. Nuestra propia autoestima queda afectada cuando nos desatendemos, ya que no estamos cuidando de aspectos básicos para nuestro crecimiento y aprendizaje. Además, es bueno prestarle una especial atención, ya que esta forma de agredirnos es muy sutil y, a la vez, perjudicial.
Al igual que cuando dejamos de regar una planta impidiendo que pueda vivir y crecer saludablemente, también nosotros necesitamos nutrirnos y atender a las necesidades que son fuente de nuestra energía. De esta manera, nos damos la oportunidad de desarrollarnos y explorar nuestra felicidad.
Somos responsables de generar en nuestras vidas emociones y sentimientos agradables. Tenemos la capacidad de hacer florecer nuestra felicidad y darle un mayor sentido a nuestra existencia compartiendo nuestro amor. Dedicarnos tiempo ha de ser una de nuestras prioridades para aprender a cuidarnos. A consecuencia de esto y, si lo hacemos bien, podremos cuidar mejor a los demás.
El egoísmo sutil al desatender nuestras necesidades
Al contrario de lo que muchas personas creen, el egoísmo aparece realmente cuando nos desatendemos, cuando consideramos que estamos más para los demás que para nosotros mismos. Lejos de ser un gesto altruista y amable, supone un descuido que nos impide escucharnos y compartir lo que somos.
No podemos dar nada que no tenemos, y si no contamos con nuestro amor, respeto y comprensión, difícilmente podremos ofrecerlo a los demás. Sin ser conscientes acabamos mendigando lo que a nosotros mismos no nos damos. Nos volcamos en los demás no atendiendo a lo que realmente necesitan, sino para intentar encontrar unas sensaciones positivas que no hallamos en nosotros.
Los que vamos de salvadores y cuidadores por la vida somos muy inconscientes de nuestro egoísmo, porque creemos estar en el punto contrario: del desprendimiento, generosidad, el altruismo y la amabilidad. Pero, para llegar a este punto el primer paso es atenderse, escucharse y amarse a uno mismo, sino todo lo que ofrezcamos estará contaminado por nuestra falta de amor propio.
“Mi propia persona debe ser un objeto de mi amor al igual que lo es otra persona. La afirmación de la vida, felicidad, crecimiento y libertad propios, está arraigada en la propia capacidad de amar, esto es, en el cuidado, el respeto, la responsabilidad y el conocimiento. Si un individuo es capaz de amar productivamente, también se ama a sí mismo; si solo ama a los demás, no puede amar en absoluto.”
-Erich Fromm-
Información:lamenteesmaravillosa.com