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Viernes, 30 Junio 2017 08:17

Los rostros de la violencia

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A los hechos delictivos registrados en las últimas semanas, que son a todas luces condenables y lamentables, hay que agregarle la percepción que han generado las redes sociales viralizando hechos ocurridos en fechas anteriores como si fueran del día y usando a la entidad como una arena para sembrar odio y resentimientos políticos.

 

El asesinato de la hija del dirigente histórico del movimiento ambulante, Metzli Sarabia, ocurrido este jueves 29 de junio al interior de las oficinas de la organización en el Mercado Hidalgo tiene un ingrediente político que no hay que confundir, porque el gobierno estatal lo menos que necesita en este momento es enrarecer el ya de por sí difícil ambiente social, lo que no ocurre con sus opositores que pueden estar dentro o fuera del propio grupo gobernante.

 

Cuatro personas con cachuchas y armadas ingresaron a la oficina de la Unión Popular de Vendedores Ambulantes (UPVA) “28 de Octubre” y después de peguntarle si era hija de Simitrio, le dispararon al vientre y después le dieron el tiro de gracia.

 

Su hermano Tonatiuh Sarabia, integrante del equipo legal de la organización de comerciantes, confirmó el deceso y que lo causaron dos disparos, uno en la cabeza y otro en el abdomen.

 

La investigación de la Fiscalía General del estado debe ser escrupulosa y creíble, para ello debe ir al fondo del tema y en verdad encontrar a los responsables para que el Poder Judicial haga su trabajo y castigue severamente a los culpables, tanto autores materiales como el o los intelectuales que mandaron el críptico mensaje: “¿Tú eres la hija de Simitrio?, dile que no se pase de huevos”.

 

Las primeras indagatorias de la Fiscalía generaron la hipótesis fundada que se trata de una venganza vinculada con el narcomenudeo que, no es un secreto, tiene como punto de venta el Mercado Hidalgo.

 

En su cuenta de Twitter, el gobernador Tony Gali de inmediato señaló:

 

“Lamento y condeno enérgicamente el cobarde asesinato de Metzli Sarabia Reyna en el Mercado Hidalgo de Puebla. Este hecho no quedará impune” y agregó el twitter.com/fiscaliapuebla en el que se explica que trabajaban agentes y peritos en la investigación.

 

De inmediato convocó a una reunión del gabinete de Seguridad con la instrucción precisa de que este hecho “no quede impune”, lo que coincidió con la demanda generalizada de que se frene la inseguridad con la aplicación estricta de la ley y que no quede sólo en declaración.

 

A ese ambiente negativo ha contribuido el robo a los ductos de Petróleos Mexicanos conocido como “Huachicol”, práctica que no empezó en esta gestión ni siquiera en la pasada.

 

Lo que irrumpió en los últimos meses fue la descarada colusión de las bandas criminales con las autoridades municipales y funcionarios y trabajadores de la propia paraestatal, porque técnicamente hay recursos para actuar de inmediato y sancionar a quienes hacen perforaciones de los ductos.

 

Las autoridades si no participaron directamente han sido omisas en frenar y denunciar a los integrantes de las bandas que han conseguido en poco tiempo mimetizarse con la población e incluso convertir a familias completas y pueblos en cómplices de sus delitos.

 

Nunca antes del pasado 3 de mayo, los huachicoleros habían enfrentado con tal saña y violencia un operativo del Ejército Mexicano que tiene años vigilando la zona.

 

Tampoco habían hecho propaganda en medios y redes sociales con un video editado que acusaba a un sargento del supuesto homicidio de un criminal, que portaba un chaleco antibalas y estaba postrado, al que supuestamente le dispararon a la cabeza.

 

De acuerdo con los peritajes y las investigaciones ministeriales no ocurrió así, porque ninguno de los cuerpos caídos de los integrantes de la banda de huachicoleros tenía un tiro de gracia.

 

Los operativos implementados por los gobiernos federal -Ejercito, Marina y Policía Federal- y estatal propiciaron una drástica reducción en el robo de combustible, lo que obligó a los  delincuentes a usar sus reservas o migrar a zonas urbanas, sin dejar de cometer crimines como robos y asaltos a mano armada, en especial de vehículos para el traslado del combustible robado.

 

Ese ambiente ha propiciado la aparición de pandillas urbanas que ante la impunidad con la que otros han actuado se les ha hecho fácil asaltar a personas de escasos recursos en las calles y en el transporte público para rematar los objetos hurtados.

 

En ocasiones y bajo el influjo de drogas y alcohol se han convertido en agresores mortales, lo que ha tenido una respuesta social en las agresiones y linchamientos a los presuntos delincuentes antes de entregarlos a los cuerpos de seguridad.

 

No hay punto de reunión de los poblanos, donde el tema de la inseguridad sea un referente y una preocupación latente sin importar el sector o la clase social, porque todos podemos ser víctimas de los criminales.

 

La autoridad tiene en su agenda como tema principal garantizar la seguridad de los poblanos.

 

Se fortalecerán los operativos y las investigaciones contra los huachicoleros; se han hecho cambios en los directivos de seguridad de la capital para perseguir a los delincuentes e impedirles sus fechorías y sancionarlos con más severidad.

 

Un rostro criminal también es usar la violencia como arma política en contra del gobierno actual, tentación de los opositores a un año de las elecciones y del fuego amigo que en ocasiones practican personajes del grupo gobernante.

 

El trágico crimen de la hija de Rubén Sarabia no tiene nombre y se inscribe en el ambiente enrarecido de intereses políticos, en los que mientras no se resuelva quien más es perjudicado es el propio gobierno local.

 

Como afirmó Gali Fayad ayer, el hecho no quedará impune y lo mismo debe suceder con otros actos delincuenciales que hoy nos quitan el sueño a los poblanos y en especial al gobernador que nació, creció y vivirá en Puebla y está comprometido a que su legado sea mantener un estado y una ciudad capital seguros.

 

Es lo que merecemos los poblanos.

 

De las anécdotas que se cuentan

 

Rubén Sarabia Sánchez era estudiante de la Preparatoria Emiliano Zapata de la UAP, la cual tenía su sede en el tercer patio del edificio Carolino.

 

Corría la década de los 70, la integración de células de izquierda, algunas de ellas militantes del proscrito Partido Comunista Mexicano, del cual nunca formó parte el alumno nacido en Tlaxcala.

 

Un mediodía, junto con dos compañeros suyos fueron detenidos en el interior de un auto, frente a la Casa de los Muñecos, por una patrulla policiaca, sospechaban que la unidad era robada.

 

Al interrogar a Rubén y pedirle los uniformados su nombre respondió:

 

Soy Simitrio Tzompasquelitl.

 

Ahí empezó la leyenda de quien después fue el más popular líder ambulante del siglo pasado.

 

Hoy sufre como padre una de las más severas pérdidas con el homicidio de su hija. Exige justicia y garantías de seguridad para su familia.

 

Un abrazo sincero a Simitrio, en estos momentos difíciles.

 

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