La exposición prolongada a productos con DDT (un compuesto cuyo uso ya prohibió la Organización Mundial de la Salud hace ya 45 años) durante el embarazo provoca que las hijas de estas mujeres tengan cuatro veces más probabilidades de desarrollar cáncer de mama que las que no han estado expuestas a este compuesto. El estudio ha sido desarrollado por un equipo de científicos de la Kaiser Foundation Health Plan en Oakland, California (EE.UU).
El trabajo, publicado en la revista The Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism, expone que tanto el DDT como otros pesticidas similares interfieren en el desarrollo de los estrógenos, provocando en la mayoría de las ocasiones un tumor mamario.
A pesar de que se prohibiera la utilización de este compuesto en 1970, su uso se extendió por todo el mundo y aún hay países tanto en África como en Asia que siguen utilizándolo para el control de mosquitos y la prevención de la extensión de la malaria. El estudio se llevó a cabo con 20.754 embarazadas que dieron a luz 9.300 niñas durante 1967. Los expertos realizaron un seguimiento de la salud de estas niñas durante 54 años. Entre todas las embarazadas existían 118 mujeres con cáncer de mama, sin embargo, los antecedentes familiares no estuvieron relacionados con los resultados posteriores del estudio.
El seguimiento de estas 9.300 mujeres arrojó que las niñas cuyas madres tenían DDT en la sangre, mostraron ser más propensas a desarrollar la proteína HER2 (Human Epidermal Growth Factor Receptor 2) un gen que en el caso del cáncer de mama, las células cancerosas tienen una cantidad anormal y alta de genes HER2 por célula; una sobreexpresión de la proteína HER2.
Esto es, los investigadores concluyen que las mujeres que durante el embarazo estuvieron expuestas al DDT tienen más posibilidades de desarrollar cáncer de mama. En concreto, las probabilidades, según los resultados del estudio, se cuadruplicaban.
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