Sentir mariposas en el estómago, los nervios de la primera cita, la sensación del primer beso, la complicidad, los viajes juntos, los momentos difíciles superados con el apoyo del otro… Cuando llega el desamor los recuerdos de esos momentos nos invaden y la nostalgia inunda nuestra vida.
Amar es siempre un riesgo, tememos y deseamos amar a alguien y que nos ame, en la misma medida, pero cuando nos atrevemos a amar y al final todo sale mal, queda un amargo sabor de boca, una duda sobre si merece la pena volver a apostar por el amor.
El desamor es una enseñanza, una situación de la que tenemos que aprender una lección, no es necesario buscar culpables sino seguir adelante y recordar lo que hemos aprendido, no se trata de tener miedo, sino de disfrutar de nuestro presente y de todo lo bueno que tiene.
Desamor: cuando las cosas no salen bien
Cuando llega ese momento en el que nuestra pareja nos dice cosas como “he conocido a otra persona”, “ya no siento lo mismo”, “ya no estoy enamorado/a de ti”, todo se nubla, no queremos creer, pero la realidad impone su verdad.
Sentimos rabia, dolor, queremos parar el tiempo y darle a un botón y retroceder para encontrar el error que creemos que hay para corregirlo. La sensación es que te han arrancado una parte de tu corazón y que no la vas a poder recuperar.
John Cacioppo, director del Centro para la Neurociencia Cognitiva y Social de la Universidad de Chicago en Estados Unidos, sostiene que fuimos diseñados para establecer lazos y es muy hiriente que estos se rompan porque la persona en que confiaste y en quien creíste te falló.
Nuestro cerebro durante una ruptura
Enamorarse de una persona es un proceso cognitivo y sofisticado que tiene muchos efectos en nuestro cerebro. Por ese motivo, también, cuando llega el momento de la ruptura de pareja existen diversos efectos sobre nuestro cerebro. Las mismas zonas que se involucran en el dolor físico, se activan cuando experimentamos dolor emocional.
Diversos estudios realizados en relación a las situaciones de rupturas sentimentales, ponen de manifiesto que las mismas áreas del cerebro que se activan cuando una persona se enamora, que generan apego y ansías de estar con esa persona, se activan en una ruptura. Esto significa, que además del dolor por la situación, la persona puede seguir sintiendo apego por su pareja.
Los resultados de otros trabajos realizados en relación a personas que se sienten hundidas tras una ruptura de pareja muestran que el cuerpo al reaccionar ante el dolor puede liberar hormonas que liberamos cuando nos sentimos estresados, que pueden afectar a la actividad normal del sistema digestivo o del corazón, por ejemplo.
La psicóloga Patricia Ramírez Loeffler dedica un capítulo de su libro ¿Por qué ellos sueñan con ser futbolistas y ellas princesas? (Espasa), a hablar del desamor. Sostiene que el dolor no es proporcional a los años de relación, sino que tiene ver con otros factores como el grado de enamoramiento, complicidad y adoración hacia la otra persona o y con los recursos y experiencias que uno tenga.
Es decir, que si hemos atravesado situaciones similares sabemos que duele mucho pero que la vida sigue, que tenemos amigos, familiares y recursos suficientes en nuestro interior para superar la situación.
El cerebro durante la superación de un desamor
El amor cuando se acaba duele y duele mucho. En la tripa, en las sienes, en los dientes y, sobre todo, duele en el corazón. Es un sufrimiento físico y real que puede durar meses, pero ese dolor es parte del proceso de curación y de superación de la ruptura.
Diferentes escáneres cerebrales realizados a personas con el corazón roto, que se encontraban lidiando con el dolor de una ruptura y sintiendo el síndrome de abstinencia amorosa, muestran que existe actividad en zonas del córtex prefrontal, la región del cerebro involucrada en la expresión de la personalidad, en los procesos de toma de decisiones y en la planificación de comportamientos cognitivamente complejos.
Es decir, que mientras nos lamentamos y lloramos, la química de nuestro cerebro ya está en funcionamiento para reconducir nuestro comportamiento, equilibrar emociones y ponernos de nuevo en marcha.
Información:lamenteesmaravillosa.com