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Lunes, 21 Mayo 2018 07:42

López Obrador, el mesías económico

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Puntero en las encuestas, vuelve a las andadas, y se lanza a prometer el oro y el moro sin el menor rubor

  

Andrés Manuel López Obrador es hoy el puntero en la carrera presidencial. Como en 2005 y 2011, se coloca en la delantera porque es el segundo político más conocido del país, al que ha recorrido en una campaña incesante que entra en su año décimo tercero (esto es, desde 2004). Será candidato por tercera vez, ahora con su propio partido político y bajo su control absoluto. Como en ocasiones anteriores, la cercanía de ese Palacio Nacional por el que sueña lo lleva a ensorbecerse y erigirse en el salvador que México tanto necesita. En lo político, ello generalmente lo lleva a insultar a los contrarios; en lo económico, a prometer dislates sin fin.

 

El tabasqueño es un digno representante de la izquierda retrógrada latinoamericana: ferviente estatista y creyente en el gasto público como varita mágica para resolver los problemas económicos. Mesiánico, el ex gobernante capitalino no duda que, con su persona en la silla presidencial y las recetas que pululan en su cabeza, el país se habrá transformado radicalmente en apenas seis años.

 

Propuestas e ideas le sobran a López Obrador. El problema es que la gran mayoría carecen de sentido o sustento. Prometer no empobrece y en cambio puede ganar votos. La ironía es que el líder de Morena podría llegar a Los Pinos sólo por inercia, pero se obstina en prometer sin control, mostrando como tantas veces lo peligroso que sería un analfabeto económico, y con mucha iniciativa, encabezando al país.

 

Refinerías (dos nuevas, tres reconfiguradas), un nuevo aeropuerto capitalino (y cancelando el proyecto actual), trenes de alta velocidad uniendo a la Ciudad de México con la frontera norte, mayores inversiones en energía (petróleo y electricidad), toda clase de infraestructura de transporte, vivienda, educación, becas, destacan entre las muchas propuestas obradoristas. Se ha estimado que la cuenta, adicional al gasto ya existente, sumaría más de un millón de millones de pesos. Todo esto, además, con finanzas públicas envidiables: sin aumentar impuestos y sin déficit público.

 

La magia de la (anti) corrupción

 

Como tantos demagogos, AMLO tiene una respuesta fácil, y al parecer creíble, para muchos problemas. ¿De dónde obtener esas cantidades astronómicas de dinero? Sencillo, de entrada, “acabar con la corrupción”. Este cáncer, sumado al dispendio gubernamental, implica un monto superior a los 500 mil millones de pesos anuales de acuerdo con las alegres cuentas del pretendiente presidencial. Como por arte de magia, ya se tiene buena parte del dinero. Porque éste no propone reducir sustancialmente la corrupción, sino eliminarla por completo.

 

El primer problema con esa magia es que López Obrador no ha sido un buen brujo en lo personal o como gobernante. Una persona que oculta sus bienes (transfiriendo su propiedad a familiares) para fingir pobreza ya es cuestionable. Un gobernante, en la Ciudad de México, que ha tenido en su entorno a personas corruptas, y encarceladas por ello, y realizado obras públicas sin transparencia, es también un corrupto o (por lo menos) un inepto en su combate. Un individuo que coloca a familiares en cargos de su propio partido no puede presumir de integridad.

 

El segundo problema es simplemente de dinero. Reducir la corrupción a nada es un sueño inalcanzable que ningún país del mundo puede presumir. Y no todo lo que se “ahorre” en términos de corrupción son recursos que quedan a disposición del gobierno. Parte de lo poco o mucho que se ahorre será un presupuesto ya asignado, no un remanente a disposición del gobierno federal para los nuevos proyectos del presidente López Obrador. Eso suponiendo, claro, que sea relativamente sencillo y rápido detectar fuentes de corrupción y eliminarlas.

 

López Obrador  también argumenta que parte de los recursos para inversiones vendrán del sector privado, impulsado por “capital semilla” gubernamental. Es difícil de concebir, salvo que el dinero público sea un jugoso subsidio para el privado. Complicado es imaginar, por ejemplo, a petroleras privadas interesadas en construir una refinería junto con Pemex, cuando el gobierno actual sufre para encontrar socios interesados en invertir en las que administra la paraestatal. El interés por refinar petróleo probablemente será menor si además la gasolina se vende barata, como también promete el tabasqueño.

 

 

 

Cifras alegres en abundancia

 

Nada es imposible para un mesiánico; está en su naturaleza ofrecer milagros. Ese dinamismo que potenciará la inversión y el mercado interno llevarían, según López Obrador, a que el PIB nacional creciera a una tasa de 6% anual para fines de su sexenio. Tanto empleo y bienestar, además, llevarían a un colapso (a la mitad de los niveles actuales) en los índices delictivos. La pobreza extrema, como la corrupción, habría desaparecido por completo para 2024.

 

Habría empleos, en abundancia, para todos aquellos que los requirieran. ¿Regresan miles de oaxaqueños a México, expulsados por el presidente Trump y su xenofobia? Ningún problema: López Obrador alistaría numerosas revolvedoras de cemento, que entregan la materia prima para que los expulsados y muchos otros puedan pavimentar, a mano (sí, sin maquinaria) los caminos a todas las capitales municipales del estado (y lo mismo en Guerrero, Veracruz y Puebla). Una oda al trabajo improductivo (el presidente Echeverría tuvo una idea similar), a un costo astronómico para el erario.

 

Construyendo viviendas se agregaría otro medio millón de empleos al año. Habría tantos créditos y subsidios para el campo mexicano que no sólo crecería el empleo rural (de nuevo, reñido con la tecnología existente), sino que además México alcanzaría la autosuficiencia alimentaria. La pesca se impulsaría a tal grado que habría proteína abundante a bajos precios aparte de pescadores felices.

 

 

 

El paraíso mexicano

 

Hace más de 60 años el novelista Luis Spota escribió un texto clásico, Casi el Paraíso. Con López Obrador en el poder durante el sexenio 2018-2024, una posibilidad que hoy no puede desdeñarse. México habrá llegado a ese nirvana. Y el paraíso tendrá un mesías en el centro del poder federal.

 

 

 

Sergio Negrete Cárdenas

Twitter@econokafka Economía, política, historia. ExFMI. Profesor, Escuela Negocios  / Columnista  y . Liberal sin ifs or buts 

 

Fotografía de: El Financiero

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