El arte es un gran desafío, en una sociedad en donde existe poca remuneración económica en tiempos de crisis y en donde se considera a la cultura más un hobby que una profesión, si en la adolescencia has decidido estudiar música, se te cuestiona y se te advierte que estas pisando un terreno difícil, un gremio poco valorado.
La pandemia ha dado un duro golpe al financiamiento y al rubro musical, compositores, iluminadores y equipo técnico se han visto afectados, al igual que las artes plásticas y las obras teatrales, por lo que actores y guionistas también se encuentran nadando contra corriente, “reinventándose” para sobrevivir.
La reactivación real de los espectáculos en vivo que era lo que generaba más dinero se encuentra en pausa, debido a las aglomeraciones de gente que concentran, cambiando drásticamente el funcionamiento de la industria. Un aumento del 30% en suscripciones en el año 2020 se dio en streaming según señalo Billboard, en donde se ha encontrado una alternativa para continuar con los eventos, así como la iniciativa de Spotify COVID-19, con el objetivo de recaudar fondos siendo un bálsamo para el problema.
El panorama se vislumbra poco alentador, se anuncio a inicios del año la cancelación del festival Glastonbury, el evento musical más importante del Reino Unido y productoras de renombre como la estadounidense Live Nation Entertainment han declarado perdidas en el sector.
Pero que hay de la música local, la de casa, la independiente, son ellos quienes se encuentran en el barco en donde la marea es alta, tras una cuarentena que se alarga y se alarga y en donde esta claro que el sector musical, será el último en reactivarse al considerarse una actividad “no esencial”.
Sin embargo, en tiempos de color gris, la solidaridad del músico se ve desde lejos, ayudándose unos con otros para no quedarse en el camino, con esa nobleza que los caracteriza, haciendo conciertos en conjunto a través de internet, para generar ingresos que les permita ayudar a quienes están detrás de los escenarios, ese equipo que es tan importante y que pasa desapercibido, a quienes despiden primero cuando las cosas no van bien.
La cultura marca la pauta de lo que también es una sociedad, nos identifica y nos enseña, la música nos recuerda viajes, amigos, épocas de nuestras vidas, basta recordar a miles de personas cantando desde su balcón para sobrellevar la soledad que implica vivir en pandemia, para darnos cuenta, que necesitamos de arte para sentirnos vivos.
Les han cerrado auditorios, teatros y lo han aceptado, en contraste vemos todos los días situaciones y actos que indignan y que poco ayudan a mitigar la epidemia, que nos hacen pensar, ¿Qué tanto nos importa el futuro de los demás? los freelance y todos aquellos que no cuentan con un salario base y que requieren de que las cosas mejoren para recuperar sus actividades, estamos todos viviendo en pandemia, pero no en las mismas circunstancias, que no se nos olvide.