Ya en varias ocasiones hemos abordado el problema del transporte público en tiempos de la 4T, las complicaciones de la movilidad y el aumento al pasaje pese a los mediocres resultados en la materia.
Revivo estos temas porque la noche de este martes se detonó un problema mayor causado por el limitado titular de la Secretaría de Infraestructura, Movilidad y Transportes del gobierno de Puebla Omar Álvarez Arronte.
Y es que este personaje es la mano que meció la cuna detrás del operativo de flujo continúo en la vía más importante de la Angelópolis, que si bien es cierto es mínimamente funcional para los que no somos vecinos de la zona, quienes viven ahí han denunciado un verdadero víacrucis para llegar a sus viviendas.
Esto no habría subido de tono, si se hubiera aplicado parejo el operativo pero resulta que la zona de la Vista donde se sabe que vive la verdadera clase alta de la capital del estado no se vio afectada, es decir, siguen gozando de su vuelta a la izquierda mientras que las demás clases medias tienen que ir a dar un retorno de hasta 15 minutos más para llegar a sus domicilios.
Esto pese a la narrativa de la separación del poder político del económico según los de la 4T.
Ahora bien, ¿este operativo es exitoso?
Evidentemente no, pues al final de la Atlixcáyotl al llegar a las casetas de peaje el caos empeora ahora para los vecinos de la zona de Lomas de Angelópolis, pues hasta allá tienen que dar una vuelta quienes van a Cúmulo de Virgo o quienes por error no alcanzan a pasar en el retorno de la zona de la Vista.
A todo esto, súmele que la población en la que menos pensó el policía Arronte fue en los ciudadanos de a pie que ahora no pueden cruzar la vía Atlixcáyotl ante el flujo de la masa vehicular que no se detiene en ningún momento, obligándolos a sortear a los desesperados automovilistas o a usar los ya anticuados puentes peatonales.
Normalmente estos operativos están a cargo de personas preparadas en materia de movilidad que desarrollan estrategias viales que afecten lo menos posible a la ciudadanía y que a cambio traiga mejoras para los habitantes de la zona y de quienes usan la vialidad, pero en Puebla no es así, la movilidad está en manos de un mini policía – muy malo para variar – que no ha hecho otra cosa que empeorar lo que estaba.
Omar Álvarez Arronte es la viva prueba de que sí se puede estar peor.