El pasado primero de diciembre el señor totalmente Palacio realizó su festejo por tres años de gobierno, extrañaba el aplauso fácil y el sentirse amado por miles y miles de personas, fue el regreso a los setentas y a los ochentas, extasiado recibía con beneplácito el grito de apoyo, se recordaron imágenes como las de Echeverría, López Portillo y de la Madrid, presidentes que llenaban el Zócalo de la Ciudad de México para ser vitoreados.
Andrés Manuel no es nada distinto a sus antecesores, si algo lo diferencia es el tono de confrontación, el mandar al carajo a todo aquél que no piense cómo él; si uno se da a la tarea de revisar discursos de antaño y compararlos con los del actual soberano autoritario se encuentran muchas similitudes, frases hechas y vacías; no es tan distinto el Tlatoni de 2021 le habla a sus fieles, a su base, no se dirige a todo el país, se orienta hacia aquellos que están cautivados por la recepción de este o aquel programa social, por cierto, programas fallidos, hoy hay 4 millones más de pobres; para la 4T programas de triunfo por la clientela electoral que les generan.
Al estilo del PRI, ese PRI que lo acobijo y que le enseño el “noble” oficio de ser político, abarrotó la plancha “democrática” con acarreos de todo el país, no importa de dónde saliera el dinero, “tomen del guardadito”, dijeron los fieles servidores gobernantes municipales y estatales para ganarse el beneplácito del que se cree ungido, es dinero de todos, es desvío de recursos, hay miles y miles de necesidades, niños y mujeres sin medicamentos contra el cáncer, por mencionar sólo una, pero eso no importa, lo que realmente importa es ver el regocijo presidencial.
López Obrador olvida que es presidente, que hace tres años lo eligieron para resolver problemas, no para culpar al pasado de todo, no para dividir a la población, no para ofender “con todo respeto” a las personas que no piensan o pensamos como él; con su fiesta “cívica” y “espontánea” queda claro que regresó el eterno candidato, enfocado en la campaña de revocación de mandato, de las gubernaturas en juego del próximo año y en la sucesión presidencial.
AMLO únicamente se ve grande en el tumulto, tan pequeño al momento de tomar decisiones, hasta un banquito del honorable oficio de bolero le queda enorme, la explicación es sencilla, la visión de país se limita a lo que ve en el espejo, no tiene la capacidad, o tal vez la intención de ver más allá, el ego lo envuelve.
Entre el ejército, las remesas y la gente, se siente cómodo, qué más le da si la economía se encuentra estancada, no importa la gente me ama, retumba en su cabeza; qué más da si cierran miles de negocios, la gente me ama; qué más da si se terminó de destrozar el sistema de salud, la gente me ama; qué más da si miles de mexicanos se van a Estados Unidos, la gente me ama y por eso mandan recursos, quieren la transformación. Vive en el error, la gente envía dinero para que sus familias estén mejor, no encontraron las oportunidades prometidas y por eso se fueron, no encontraron paz y seguridad en su tierra y por eso se fueron. Se fueron porque allá del otro lado de la frontera están mejor que aquí.
Ni en el tema de las remesas se logra diferenciar, el presidente Fox, también se subió al carro de los paisanos y les agradeció; es igual a todos, o hasta peor, miente permanentemente, daña a los empresarios, daña al pueblo, daña a los académicos, a tres años no existe transformación, solo destrucción, el daño no es solo en el presente, nos costará años recuperarnos.
Una tristeza ver como aglutina a más y más pseudo líderes de la oposición, felices los del PRI y los del PAN tomándose fotos con la supuesta clase política transformadora, todos son iguales, el poder por el poder, los privilegios no los pueden olvidar, es momento de que surjan nuevas opciones, nuevos rostros, se requieren contrapesos a la destrucción de la 4T, a los abusos de poder de toda esta clase política.
Tres años de retroceso y tres más están por venir, este es el gobierno de la involución.