Columna El Meollo del Asunto.
Por: Daniel Valles.
La lucha contra la corrupción se da de muchas formas. Por supuesto que existen diversas trincheras que combaten este flagelo.
Por razones obvias en México, se considera que debe ser el gobierno quien promueva y encabece una lucha contra la corrupción.
Si los mexicanos acostumbramos a decir; “que te mantenga el gobierno” y la máxima aspiración de mi generación, la anterior y la que me sigue fue el ser parte del aparato gubernamental para obtener “los beneficios de la revolución”, entonces es por eso que es obvio que la solución al problema se esperaría llegara de ahí y se entiende que el problema es cultural. Pero sabe qué, no sucederá así.
La solución no vendrá del gobierno y tomará al menos tres generaciones el que le demos la vuelta a una costumbre tan arraigada en la cultura como lo es la Corrupción. La cultura de la tranza.
El erradicar los mantras como: “móchate”, “ponte la del Puebla”, “ahí vamos”, dame pa’las aguas” o el mexicanísimo, el que no tranza no avanza. Costará mucho y tomará mucho tiempo. La corrupción es sistémica. Hay que terminar con ella y su sistema que la provoca, que la admite, que la consciente, que la pondera. Que la tolera.
La solución al problema de la corrupción en México y en cualquier país vendrá de la sociedad civil. De los ciudadanos. No de los gobiernos.
Las leyes no pueden lograr que los ciudadanos decidan ser íntegros. Pueden servir para amedrentar mostrando la penalidad que sufriría quien cometa algún tipo de acto corrupto y en cualquiera de sus modalidades que están penadas por tales leyes. Pero no pueden lograr que la sociedad sea virtuosa. “A fuerzas ni lo zapatos entran”.
Para lograr que los índices de corrupción se reduzcan, primeramente hay que convencer a la ciudadanía de que la corrupción le cuesta mucho dinero. 14 mil pesos por persona, de acuerdo a IMCO y a la OCDE. Lo que daña su patrimonio personal, truncan el futuro de todos, incluyendo a los hijos de uno y a los nietos por venir.
Combatir la corrupción es dura y difícil lucha Pero se puede lograr mediante un plan detallado que (re) eduque a los individuos que ya están encaminados en la vida y eduque a los que se inician. Que capacite o dote de herramientas éticas, morales y espirituales que fortalezcan la personalidad, el ser interno del individuo. Herramientas que provoquen el carácter, motiven hacia la integridad, la humildad y la justicia.
Todo acto de corrupción es una injusticia. Lo comenten personas que no son integras y mucho menos humildes. La persona íntegra está completa. La misma etimología de la palabra así lo indica. “Integer”, del latín. La corrupta es una persona carente, falta. ¿De qué?
De todo lo que los seres humanos ponderamos. Algo que llamamos humanismo. Se requiere para ser una persona humilde-que no pobre-para valorar a las demás personas. Para darles su lugar en la vida. Para no robarles su vida.
El hombre, la mujer, el ser humano, no está diseñado para ser justo (o hacer justicia) sino para amar. El amor reemplaza la justicia. La mera justicia es una imposibilidad, una ficción en el análisis. La justicia, para ser justicia debe ser más que justicia. El amor es la ley que nos mantiene. “All you need is love”, bien decían y cantaban los Beatles. Amor sin el cual no podemos ser más justos de lo que una persona puede mantenerse caminando en línea recta en la oscuridad. Por lo mismo, los gobiernos no pueden darnos ejemplos de amar. Ni de todo lo demás.
El ejemplo es el vehículo principal para lograr avanzar en la lucha contra la corrupción. El ejemplo arrasa. Logra lo que la tiranía de los decretos o algunas leyes no pueden lograr en las personas. Transformarlas.
La lucha contra la corrupción requiere de un método, de un mensaje y de un mensajero que moldee no solo el mensaje, sino presente el ejemplo que se requiere.
El ejemplo no se enseña, se muestra, se traspasa, Es como una infección. Entonces, como decía C.S Lewis, hay que pasar la “buena infección”. Y esa no provendrá de leyes, o gobierno alguno, sino de una sociedad que sea justa, íntegra, humilde y que ame. La que ya está harta de tanta tranza.
¿Querrá la sociedad hacer su parte? Ahí El Meollo del Asunto.
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