“La inteligencia económica es como el GPS de la política: te dice dónde estás, hacia dónde vas y te advierte sobre los atascos de la ignorancia, ¡pero aun así puedes terminar perdido en el laberinto de la demagogia!"
Rick Galbraith
MEROLICOS POLÍTICOS, EL PROMETER NO EMPOBRECE: Como en cada período electoral, los cientos o miles de candidatos a “algo” (en realidad al poder y a su beneficio económico), ofrecen el oro y el moro a la constelación de votantes que, en su mayoría, igual que ellos, no miden, porque no saben, medir el impacto económico de una promesa. No saben decir, de dónde vendrán los tres productos internos brutos que se necesitan, por lo menos, para cumplir esas falsas promesas. El votante tiene una doble culpa, ignora que para cumplir las barbaridades que se prometen, necesitan quitarle a él los recursos, o aumentar la deuda pública, también, por supuesto, a cargo del cándido electorado.
Pongamos un ejemplo simple. Por puntada electoral, hace seis años se prometió un Tren Maya que transformaría la economía del sudeste del país. El tren, sin tener Proyecto Ejecutivo ni Plan Maestro, para determinar su costo, al menos paramétricamente, se dijo que costaría (cifra inventada) 120 mil millones de pesos. Una vez más, recordemos que hoy, con un avance del 40% y una rentabilidad negativa, ha tenido erogaciones directas por más de 520 mil millones de pesos y un daño ecológico de lesa patria. ¿Qué ocurrió? Que a los promotores de la “puntada” y a los entusiastas electores que ya se veían en el primer mundo, les faltó, a unos por maldad y a otros por ingenuidad, INTELIGENCIA ECONÓMICA.
La inteligencia económica existe, es un campo multidisciplinario que combina elementos de la economía, la política, la tecnología y la estrategia para analizar y comprender los factores que influyen en las decisiones económicas a nivel individual, organizacional y gubernamental. En su esencia, se trata de la capacidad de recopilar, analizar y utilizar información económica de manera estratégica para tomar decisiones informadas y maximizar resultados. ¿Usted encuentra algo de esto en la decisión -hoy considerada absurda- de construir dicho Tren.
Uno de los aspectos clave de la inteligencia económica es la recopilación de datos relevantes. Esto puede incluir datos macroeconómicos, como el crecimiento del PIB, la inflación y el desempleo, así como datos microeconómicos, como las tendencias del mercado, el comportamiento del consumidor y las estrategias de la competencia. La recopilación y análisis de esta información proporciona una visión más clara del panorama económico y ayuda a identificar oportunidades y riesgos.
La inteligencia económica se enfoca en la anticipación y la predicción de eventos futuros. Al comprender las tendencias actuales y los factores subyacentes que las impulsan, los analistas económicos pueden hacer proyecciones sobre cómo pueden evolucionar las condiciones económicas en el futuro y qué implicaciones pueden tener para las empresas, los gobiernos y los individuos. La falta de inteligencia económica derivó en un brutal endeudamiento y una aun más brutal deuda, no solo en el tren Maya, sino en todos los megaproyectos, que usaron recursos en ideas no productivas que los desviaron de mejores proyectos como el pago de las deudas de PEMEX y de la CFE e incluso de la generación de recursos para los programas sociales, que hoy se cubren con deuda pública.
Otro aspecto importante de la inteligencia económica es la evaluación de riesgos. Esto implica identificar y analizar los riesgos potenciales que enfrentan las organizaciones y los países en relación con su situación económica, política y competitiva. Al comprender mejor estos riesgos, las organizaciones pueden desarrollar estrategias para mitigarlos y protegerse contra posibles impactos negativos, como los ecológicos, las variaciones del mercado, o la destrucción de los sistemas de salud.
Además de ayudar a gestionar riesgos, la inteligencia económica también puede informar la toma de decisiones estratégicas. Son pues, la antítesis de las ideas, los berrinches o las imposiciones irracionales. Al proporcionar información detallada sobre el entorno económico y las oportunidades y amenazas que presenta, la inteligencia económica puede ayudar a maximizar la rentabilidad, la económica y la social. La corrupción de los regímenes anteriores le quitó al país muchas posibilidades de inversión o de la fijación de precios competitivos. La falta de planeación inteligente, hoy, hace exactamente lo mismo.
EL DAR ES LO QUE ANIQUILA: Los recursos fiscales, cada vez más escasos, van a obras no productivas y de costos que se multiplican, la deuda se incrementa y la pobreza igual, si la medimos en torno al poder adquisitivo de las familias y no con un rasero estadístico que disfraza la verdad. Con todo y los “aumentos” porcentuales, no reales, del salario mínimo, ¿compra usted más artículos que hace seis años cuando va al supermercado? Bueno si fue usted la semana pasada al súper, ¿gastó menos que en abril por adquirir los mismos productos? Nosotros no.
La inteligencia económica también desempeña un papel crucial en la formulación de políticas públicas. Los gobiernos deberían de utilizar la información económica para diseñar políticas que promuevan el crecimiento económico, la estabilidad financiera y el bienestar social. Esto puede incluir políticas fiscales, monetarias, regulatorias y de inversión, destinadas a influir en el comportamiento económico y alcanzar objetivos específicos, como el pleno empleo y la reducción de la pobreza.
Y aún hay más, la inteligencia económica, esa que usan Dinamarca y Suecia y que, por supuesto, no existe en Cuba, Venezuela, Nicaragua y, por lo visto, México, también tiene implicaciones en la arena internacional. Los países utilizan la inteligencia económica para comprender mejor las políticas económicas y comerciales de otros países, anticipar posibles conflictos comerciales o financieros y tomar medidas para proteger sus intereses económicos en el ámbito internacional.
En el ámbito gubernamental, una consecuencia negativa por no utilizar inteligencia económica deriva en la implementación de políticas fiscales o monetarias inadecuadas que desencadenen efectos no deseados en la economía. El llamado “superpeso” es un ejemplo clarísimo. El dólar está barato por la atracción de las altas tasas de interés que se pagan en México y por el exceso de dólares que implican las remesas. Al mismo tiempo, la falta de inteligencia económica no permite a ver, a los causantes y a sus aplaudidores, que se están causando estragos en el sector exportador y que la inversión externa no llega porque un dólar barato para nosotros es un peso caro para ellos.
La falta de inteligencia económica ha llevado al país a decisiones basadas en suposiciones erróneas o información incompleta, lo que aumenta el riesgo de fracaso y pérdida. Además, mata la confianza de los inversores, consumidores y ciudadanos en las instituciones y en la capacidad de los líderes para gestionar la economía de manera efectiva, lo que a su vez puede tener repercusiones a largo plazo en la estabilidad económica y política.
La única herramienta para exigir inteligencia económica a candidatos que siguen haciendo promesas de mediados del siglo XX sin considerar el uso racional de los recursos disponibles está en las urnas. ¿Tendrá el electorado la inteligencia para medir riesgos y beneficios?
DE FONDO: Un ejemplo concreto de un país que enfrenta dificultades debido a la falta de inteligencia económica en sus políticas es Venezuela durante la crisis económica que comenzó en la década de 2010 y que perdura hasta la fecha.
Durante este período, el gobierno venezolano implementó una serie de políticas económicas controvertidas, como controles de precios, expropiaciones de empresas y una expansión descontrolada del gasto público financiado por la impresión de dinero, pues la deuda rebasó su capacidad de pago. Estas decisiones se tomaron sin una evaluación adecuada de sus impactos económicos a largo plazo y sin considerar las advertencias de los economistas sobre los riesgos asociados.
DE FORMA: La falta de inteligencia económica en Venezuela, ejemplo doloroso, contribuyó a una serie de consecuencias negativas, incluida una inflación descontrolada, una escasez generalizada de bienes básicos, una caída en la producción y la productividad, y una creciente deuda externa. Estos problemas económicos han llevado a una profunda crisis humanitaria, con millones de venezolanos enfrentando dificultades para acceder a alimentos, medicinas y otros servicios básicos.
DEFORME: Si cambias tu voto por una bolsa para el mandado que te “regalan” en la esquina (y que fue adquirida con tu dinero), lo más seguro es que después de las elecciones no tengas con qué llenar esa bolsa. El candidato…, sí.