No es nueva ni exclusiva del estado de Puebla la actividad del robo de combustibles de los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex), ha sido su reciente respuesta agresiva con armas largas, camionetas y chalecos blindados en sus enfrentamientos con el Ejército lo que ha potenciado esa actividad que puso a la entidad poblana en el ojo del huracán de un conflicto que con el paso del tiempo se vuelve no sólo delictivo sino lo peor, un grave problema social.
Ayer por ejemplo se dieron dos casos –uno de una comunidad de Palmar de Bravo en el que los habitantes detuvieron unidades del Ejército exigiendo que frenen los operativos y la toma de la presidencia municipal de Acajete de donde es originario un huachicolero que se enfrentó al Ejército en la madrugada del martes y falleció- donde las poblaciones actuaron en defensa de los delincuentes, que por su parte organizan campañas mediáticas para desprestigiar a instituciones como el Ejército Mexicano.
En ese contexto el más importante periódico de habla hispana, el español El País dedicó un amplio reportaje el martes al tema que firmó el periodista Pablo Ferri y lo fechó en Tecamachalco pero pudo ser cualquier comunidad del triángulo rojo.
Es una fotografía fiel del problema social que representa para Puebla, que no es la única comunidad que lo padece, el robo de combustibles de los ductos de Pemex.
El periodista español recorrió el triángulo rojo y buscó testimonios de los protagonistas.
Presentó a un ex policía ahora convertido en huachicolero que le cuenta momentos claves de su participación y lo que lo llevó a ser parte del crimen organizado y a un jefe policiaco, que no identifica si es municipal o estatal.
A continuación fracciones de un documento que no debemos ignorar ni gobierno ni sociedad.
“El señor (el huachicolero) no quiere que aparezca su nombre por razones obvias, ni el de su pueblo, ni detalle alguno que pueda identificarlo. Tiene dos camiones y ocho depósitos portátiles con capacidad para 8.000 litros de combustible.
“Roba gasolina de un ducto de Pemex en uno de los municipios del triángulo rojo, la zona más afectada de todo México. Trabaja o tiene trato con la banda de El Buchanan's, uno de los dos grandes líderes huachicoleros de la zona. Emplea a cuatro halcones y dos choferes cada vez que va a ´cargar combustible´.
“Y todo eso, dice, en apenas tres años. ´Antes ganaba 2.700 pesos —135 dólares— a la quincena, ahora puedo sacar hasta 250.000 —12.500 dólares— a la semana´.
“El jefe de policía habla muy rápido. Antaño funcionario de juzgado y agente del ministerio público, cuenta que el problema del robo de combustible se ha descontrolado. No por la cantidad de gasolina robada, que también, sino por la agresividad de los huachicoleros.
“Inició con poca gente. El problema es que cuando algo inicia, si no lo combates, tiende a desarrollarse. Y eso sucedió, cuenta el jefe, que accede a la plática a cambio de no revelar su identidad. Ambas conversaciones, la del jefe y la del señor, transcurrieron el viernes pasado, uno y otro apenas separados por unos kilómetros.
“Al principio las policías municipales hacíamos contrapeso. Decomisábamos lo que podíamos y no había tanta oposición de la gente. Al contrario, te avisaban de que algo pasaba, 'oye hay un coche aquí sospechoso'. Pero se empezaron a organizar también ellos. Y nos abandona el Gobierno federal.
“De modo que ahora, si entras (a los pueblos), se hace un relajo. O sea, que en vez de arrugarse (la población), les enfrentan. Por eso, dice el jefe, (los policías) ya no le entramos”.
Explicó el huachicolero con detalle su modus opeandi y por el consenso con el que cuentan entre la población se ha convertido en un difícil conflicto social que no se resuelve sólo con operativos militares y policiacos.
“Los huachicoleros suelen picar el ducto al amparo de comunidades pequeñas, protectoras. Ellos son sus benefactores y la gente les respalda, pero ¿cómo hacen con la policía?
“Una vez uno de mis choferes me habló, dice el señor: ´oye es que ya me paró la patrulla'. Querían dinero. Y yo fui. Me pedían 80.000 pesos. Y yo, 'no, pues, si es lo que voy a sacar yo de ese viaje'. Y muchas de las veces, como nosotros estamos respaldados, pues le dices 'llévatela, yo ya sé qué policía eres. Y si quieres tener broncas con el patrón tú sabes.' Y muchas de las veces les dabas 2.000, 3.000 pesos. Y servía.
“Todo empezó en 2014. El señor, que antes trabajó para dos cuerpos de policía de pueblos del triángulo rojo, dice que renunció.
“- ¿Usted empezó cuando era policía?
“- Yo empecé después. Pero ya en el medio empiezas a conocer a todo ese tipo de gente. Y cuando estás sin empleo eres vulnerable a querer ganar dinero fácil. Y te involucras. Busqué a esas personas, los conocía.
“Cuando eres servidor público, llegas a tener roce de familiaridad con ellos. En primer lugar les pedí ayuda y empleo. Y te lo dan. Tan fácil como [que me preguntaron], '¿qué tiempo llevas sin trabajo? No, pues llevo como un mes', les dije. Me regalaron cerca de 15.000 pesos. Fue como, 'toma, aliviánate'.
“Me dieron la facilidad de una camioneta. Y me dijeron, '¿sabes qué? Vas a trabajar con nosotros. “Vas a halconear y te vas a llevar tu lana.
“Y así empezó, de halcón. Él, un oficial de policía retirado.
“En 2014, el robo de combustible en México estaba en pleno auge. Solo en el Estado de Puebla, hogar del triángulo rojo, las autoridades detectaron 337 tomas clandestinas, perforaciones del ducto. Un 60% más que el año anterior. En 2016 llegaron a 1.533.
“El señor cuenta y cuenta y habla de dinero. Si todo va bien, en pocas semanas volverá a picar el ducto, como le gusta decir. De momento, tiene dinero de sobra para aguantar y no piensa hacer nada mientras tanto. Su vida, lo que le falte por vivir, será ganar dinero. Porque le gusta. Es una vida muy bonita, dice mientras juguetea con las llaves de sus coches”.
Esta es la realidad del Triángulo Rojo, y ante ello no sólo los operativos combatirán el crimen organizado, la población encontró en el robo de combustible una forma cómoda de vida que les gusta y no piensan abandonar.
La estrategia debe ser integral y será costosa.
Por lo pronto, el SAT intensificará las auditorías contra gasolineras como distribuidoras de combustible robado y a empresas con alto consumo de gasolinas y diesel; Pemex establecerá acciones para bloquear inhibir la ordeña de sus ductos y se fortalecerán los programas de política social con la intención de arrebatar el consenso que han construido a su favor los huachicoleros.
Para el Estado mexicano no será fácil abatirlos, algo similar a lo que sucede con el narcotráfico, sólo que aquí en nuestra casa: Puebla.
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