Escribo sobre la mujer, la niña, la joven, la anciana, sobre la que habla, sobre la que grita y sobre la que se ha quedado callada, la de los sueños, la que aún confía y la que ama, no escribo del empoderamiento, ni de la superioridad que se nos generaliza y se nos señala, ni de odio, ni de venganza, solo de realidades lamentables en medio de una pequeña esperanza.
Durante años se limito a la mujer, se le sometió y se le hizo creer, que su destino estaba escrito y sus actividades marcadas, que los lujos de planear quedaban prohibidos, porque así estaba establecido, no hubo abogadas, ni chefs, ni periodistas, ni diputadas, porque no les fue permitido intentarlo. Los tiempos cambiaron y entonces como mujeres pudimos escoger que hacer con nuestras vidas, además de muchas de la veces formar una familia.
De la mano del cambio llego la muerte, y una ola de violencia se ha desatado generando miedo e inseguridad y poniendo en el ojo del huracán la relación mujer – hombre. México y Brasil son los países con mayor índice de feminicidios y es alarmante que el feminicidio infantil vaya en aumento.
Ignorar el problema es pensar que este no existe. En México se cometen de 7 a 10 feminicidios diarios señaló la ONU y se reporto un aumento anual del 3% en 2020 por la (SSPC), mientras que la niñez sigue estando en un alto riesgo.
Juzgar y generalizar genera mas conflicto y menos soluciones aunado al darnos cuenta que el tema no esta en las prioridades. Los gritos se tiran parejo escuche una vez decir a alguien, y la impunidad duele igual, cuando se ve la muerte de una niña en medio de actos que no son esclarecidos y entonces son mujeres pero también hombres quienes piden justicia.
Levante la mano queriendo decir que tengo voz y voto, dar mi opinión, pidiendo oportunidades para mostrar mi trabajo y compartirlo por igual, con hombres y mujeres, no buscando ser mas que nadie, ni tampoco menos, levante mi mano en son de paz, por quienes están y por quienes se han marchado, por los niños, por las niñas, porque merecen un país en el cual caminar por las calles con la confianza de que regresaran a casa, sentirse seguros y felices.
Hablemos de mujeres, de la niña, de la joven, de la anciana, hablemos de sus sueños, porque todas los tienen, hablemos de sus derechos, del respeto y de la vida, de lo que nos gustaría aportar a la sociedad de la cual formamos parte, estamos solos en esto, solos en el barco y estamos todos. Hablemos de la mujer, que no es superior a nadie, pero que tampoco es menos.