Que sería yo sin ti, tal vez una llama a punto de extinguirse,
O tal vez como un antes sin el después, pero no, no soy eso.
Soy un estallido de llamas, como un incendio voraz que va por su presa.
Somos aquello que nadie se atreve a vivir, somos la imperfección del amor,
Somos la pasión, la lujuria, el trueno y el rato, eso somos.
Eres el arte de la seducción, lo se yo, lo saben mis labios,
Esos mismos que con ansias locas te buscan entre las sábanas de satín rojo,
Somos ese par de jugadores que no pueden retirarse del juego hasta que el final haya llegado.
Somos un par de amantes extintos, de esos que no se olvidan,
Que se buscan queriendo más del otro, de esos que no dicen palabras adecuadas,
Si no que hacen de sus cuerpos el poema perfecto al hacerse el amor.
Somos los culpables de la lujuria que se envuelve en nuestra cama,
De abrirle la puerta a la fantasía y que volvieras a sentir ese volcán que dormía en ti.
Y aunque se que cada día mueres un poco más en esa cama extraña para mi,
No pretendes dejar este placer tan excitante de nuestros encuentros clandestinos.
Pero eso somos mi amor, somos los sueños imposibles de otros,
Las perversiones impensables de los demás, los juegos prohibidos
Que los amantes comunes no se atreven a hacer.
Camino hacia la salida, pero te adelantas y cierras con seguro,Te acercas y plantas tus labios en los míos. Tocas mi sortija como asegurando que por ahora soy sólo tuyo,
Te arrodillas al piso y de pronto como una ola de calor siento tus labios húmedos,
Que van y vienen, una vez y otra vez, y otra vez hasta que el cielo cae abruptamente.
¡Esto somos!–exclamaste con agitación- te paraste y saliste de la habitación.