Columna: El Meollo del Asunto.
Por Daniel Valles.
La corrupción conlleva la idea de aprovechar la oportunidad del momento y enfrenta las consecuencias después.
Ese momento se puede presentar de pronto, de repente. Es una ocurrencia, o un evento planeado con todo detalle que espera hasta el momento en que se alinean los elementos y se dan las cuatro características de la tranza.
Cuatro son, las que compartiré en otra ocasión con ustedes.
Toda la gente puede llegar a corromperse. A fallar, a no dar en el blanco. No le atina. Peca, etc. No toda la gente se involucrará en actos de corrupción.
Para que exista un acto corrupto se requieren de dos personas que se pongan de acuerdo. La que corrompe y la que es corrompida.
La misma palabra lo índica. Co, prefijo que señala “dos”, “junto”.
En caso de que no exista la corrompida, quien corrompe no tiene “eco”. La corrupción no se da.
Hay casos excepcionales donde por su naturaleza una sola persona que se ha corrompido comete un acto corrupto.
Sin embargo, al descubrirse, o corrompe a alguien más o lo descubren y es denunciado.
Esto mismo le ha sucedido al señor Óscar Ricardo Valero Recio Becerra. ¿Quién es éste señor? Tal vez a usted, el nombre no le diga nada.
Pero independientemente de eso, el señor Óscar Ricardo Calero Recio Becerra, es un hombre del círculo de confianza de López Obrador y hace un par de meses, en Buenos Aires, Argentina, fue filmado por las cámaras de seguridad en la librería El Ateneo de la avenida Santa Fe, mientras intentaba llevarse un libro sin pagar. Qué pena, que sopor y que bochorno.
La Policía de la Ciudad lo demoró en el lugar y luego lo dejó ir tras constatar su identidad.
En una nota de la periodista Claudia Peiró, se comenta el hecho corrupto del embajador mexicano
Sucedió el 26 de octubre pasado, en vísperas de las elecciones presidenciales en la Argentina, pero el caso no trascendió hasta ahora. A las 13:30 horas de ese sábado, la Policía de la Ciudad de Buenos Aires recibió una llamada en la Comisaría 2B a través del 911 por un delito menor en la librería El Ateneo en Santa Fe al 1800, en Barrio Norte. Un hombre había sido acusado de hurtar un libro y el personal de seguridad lo retenía en el lugar.
El encargado de seguridad aseguró que, a través de las cámaras, vieron al que resultaría ser el embajador de México, “en una secuencia extraña”. Primero tomando un libro, ocultándolo entre las páginas de un diario, para seguir su recorrida por el cine reciclado en librería. Luego, el embajador se dirigió hacia los lockers donde los clientes pueden guardar sus pertenencias antes de ingresar, y dejó allí el libro. A continuación, tomó algunos CDs, que fue a pagar a la caja, y antes de salir del local volvió a los lockers para recoger el libro. Al pasar la puerta de salida, la alarma sonó al detectar el libro no pagado.
El personal de seguridad frenó entonces al diplomático y le pidió su ticket de compra, en el que figuraban los CDs, pero no el libro.
El que encontraron en su poder. El libro fue pasado por un scanner, que confirmó que era de la librería y, según el relato del personal, estaba impago.
¿Pero qué necesidad?
El señor Óscar Ricardo Calero Recio Becerra, un hombre de 76 años, con un magnífico sueldo y presupuesto para comprar los libros que necesite o requiera, prefirió robárselo a pagarlo.
La corrupción en sí misma no es un delito, es una falta moral. Se convierte en delito cuando deriva en una acción como la cometida por el funcionario de la 4T, que avergüenza a toda la administración de nuestro querido presidente, quien asegura que la corrupción ha sido erradicada de México.
Tal vez sí, ya no habría en México, pero se la llevó el embajador Recio Becerra a la Argentina. Pero este hecho levanta muchas preguntas. ¿Cuántos actos de corrupción más habría cometido en su puesto?
¿Cuántos funcionarios más podría haber con las mismas características que el excelente embajador mexicano, miembro de la 4T?
La corrupción es nefasta. Pudre todo lo que toca. Echa a perder instituciones de todo tipo. Pero sobre todo, echa a perder a las personas que las componen. Como echó a perder la carrera del excelentísimo embajador mexicano en la Argentina, El señor Óscar Ricardo Calero Recio Becerra.
El que aprovechó la ocasión del punto. Tuvo una pasión desordenada y no pudo tomar la decisión adecuada, la de no robarse el libro que deseó. Y no fue por ser pobre, por no tener recursos. El señor Óscar Ricardo Calero Recio Becerra, perjudicó a su familia, su reputación, su hoja de servicios, su retiro del servicio diplomático, por 640 pesos mexicanos.
Toda una vida y una reputación se han ido a la basura.
Lo que demuestra que la corrupción no está sujeta a declaraciones demagógicas, a edad o a estatus social.
Cuando ataca, muerde o pica, se lleva por delante a toda persona que la usa.
Hoy enfrentará las consecuencias de haber sido atrapado como vulgar ladrón, robó un libro cuyo costo no llegó a los 700 pesos y por esa mísera cantidad, echó a perder toda su vida. Triste, lamentable, terminar podrido. Ahí El Meollo del Asunto.
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