Los jóvenes están creciendo “sueltos”. Otto Dörr, psiquiatra y neurólogo chileno de gran reconocimiento, hablando de Chile lo expresa de la siguiente manera: “estamos en una sociedad que carece de normas y eso es muy grave. En el futuro podríamos estar todavía peor, porque somos uno de los mayores consumidores de marihuana en el mundo y los niveles de consumo de alcohol en la juventud alcanzan cifras inverosímiles, muy superiores a EE.UU., España, Francia, etc. México está en la misma posición que estos países. El psiquiatra chileno sostiene que los jóvenes hoy forman parte de una sociedad sin límites, donde lo entretenido y lo que produce placer es bueno, y lo que no, es malo o no interesa.
Al leer las declaraciones del psiquiatra y neurólogo vienen a mi memoria los estudios del Dr. Benjamín Spock, (1903-1968). Quien es el culpable de haber enseñado a tres generaciones de adultos a educar a sus hijos sin negarles algo. Sin contrariarlos, sin disciplinarles y sin ponerles límites de algún tipo. Las teorías del Dr. Spock fueron tomadas y aceptadas por las generaciones de “beibi bumers” y las subsecuentes dos o tres. Mismas que ahora son abuelos. Pero primero las aceptaron los padres de los “bumers”. Generación que ya casi desapareció o tienen al menos ochenta años de edad. La filosofía Spock se ha practicado con vehemencia casi religiosa por los hijos de los “bumers”, la llamada generación “Y” y la siguiente, la “X”. Dando así origen a la generación “Punk” y de ahí a la actual, la de los “milenials”. La que creció sin tabú alguno. Sin límites.
Un período de poco más de cincuenta años ha pasado y se ha acondicionado a toda una cultura a vivir buscando solo el placer, por el placer mismo. A dejar de cuestionar. Que no es lo mismo que criticar. Hoy se critica mucho, pero no se cuestiona, menos se reflexiona en los efectos a largo plazo de las decisiones y consecuencias que se toman en un momento con solo un fin, el de satisfacer un deseo.
El efecto de romper tabúes provoca que se aligeren los conceptos, se eufeminicen palabras que señalan y describen situaciones morales. Se baja entonces la guardia moral y ética. Que se deje de lado la vida espiritual. Así se adormece el espíritu humano. Lo que antes se consideraba ofensivo, no lo es más. Hoy es un chiste. El cambio se ha dado. Y no ha sido para mejorar. El cambio fue paulatino. Sin sentirse. Como la rana que se cuece en al agua caliente. Y éste, el cambio, no es la primera vez que sucede. Y le pasó a la cultura griega y a la romana que desaparecieron al ser debilitados los muros morales y éticos que las sostenían. Los tabúes.
Atrofia del lenguaje
A juicio del miembro de la Academia Chilena de Medicina Otto Dörr, en la actualidad, con suerte el chileno medio utiliza 400 palabras y la juventud, menos aún. “Lo que está a años luz de una persona culta alemana que maneja aproximadamente 16.000 palabras…. Además habría que agregar que la precariedad del lenguaje hablado por los jóvenes representa un peligro aún mayor, porque perder la palabra es lo mismo que perder el espíritu”.
El estudio que el psiquiatra Otto Dörr hace es muy claro. La generación actual está muy bien informada, pero piensa, analiza y cuestiona menos que antes. Vive con base en los sentidos y los sentimientos. Vive el momento. El pensamiento está alejado de su diario vivir. Esto los conduce por un camino en el que no saben ni con qué tropiezan y que en opinión del científico, no puede dejar nada bueno. Solo la pérdida del espíritu. Patético El Meollo del Asunto.
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