Los niños son los grandes olvidados a la hora de hablar del duelo. El duelo infantil supone pérdidas. Como adultos hemos de ayudar a expresar las emociones de los niños que las sufren y lo cierto es que a veces no estamos preparados para acompañarles en este proceso. Así, en este artículo vamos a aprender estrategias para acompañar el duelo de los más pequeños.
Afortunadamente la mayoría de los niños resuelven su duelo sin grandes complicaciones. Pero, por ello no es menos importante conocer diferentes estrategias para ayudarles, entendiendo así un poco más el proceso del duelo infantil. Además, cómo transitemos nosotros por el sufrimiento de perder a alguien determinará el proceso de los niños que nos rodean.
El duelo infantil
La mayoría de las veces asociamos duelo a muerte. Pero el proceso engloba otras pérdidas: pérdida de un empleo, pérdida de un ser querido, de una mascota, pérdida de una relación…. El duelo es el proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida. Sin duda, es la muerte de un ser querido o un familiar, la situación más difícil que tenemos que aceptar. De nuestra capacidad de adaptación a la nueva situación, de nuestra resiliencia, va a depender que lo vivamos de una forma u otra.
La muerte de una ser querido provoca dolor, tristeza, vacío, soledad… y todas estas emociones han de surgir para poder ser gestionadas. Los niños también sienten estas emociones .
Los niños reaccionan frente a la pérdida. Y lo hacen de diferentes formas. En función del momento evolutivo, de cómo reciban la noticia, de la reacción de los adultos, y de las propias experiencias. Los adultos contamos con muy poca preparación para elaborar un duelo, porque no solemos hablar de la muerte o de las enfermedades terminales. Tampoco de los abandonos o de la separación de los padres.
Pero podemos aprender nuevas estrategias. Veamos algunas.
Aceptar la realidad de la pérdida
Acompañar al niño en la falta de esa persona. Cuando alguien muere, hay una sensación de vacío. Es necesario afrontar que esa persona ya no está, y que no volverá. El niño también ha de asumir que ya no volverá a verlo. Y para eso necesita que el adulto también pase por esa aceptación.
Gestionar las emociones incluyendo el dolor
Emociones como la tristeza, depresión, sensación de vacío, etc. son normales. Sentir dolor, incluso físico, también. El niño habrá de sentir esas emociones. Y aceptarlas. Ese dolor hay que vivirlo, no negarlo ni reprimirlo, porque si esta tarea no se completa puede dar lugar a depresiones donde será necesaria terapia.
Adaptarse a un medio en el que el fallecido está ausente
Comenzar a vivir sin él o ella, con ese vacío. Adoptar sus roles supone un cambio. Para los niños también. Por ejemplo, llevar las cuentas de la casa como lo hacía mamá es difícil. En definitiva, supone un cambio de circunstancias y una redefinición de roles para seguir creciendo y no quedarse estancado.
Adaptarse emocionalmente al fallecido y seguir viviendo
Los recuerdos de un ser querido nunca se pierden. No se puede renunciar al fallecido, sino encontrarle un hueco apropiado en nuestros corazones, de modo que podamos mirar atrás y hablar de él sin sufrimiento. El niño no olvidará al fallecido, y podrá mirar hacia delante igual que los demás, con su vacío.
El duelo mal elaborado por el niño puede dejar secuelas en los años posteriores o en la edad adulta
Aceptar la realidad de la pérdida
Acompañar al niño en la falta de esa persona. Cuando alguien muere, hay una sensación de vacío. Es necesario afrontar que esa persona ya no está, y que no volverá. El niño también ha de asumir que ya no volverá a verlo. Y para eso necesita que el adulto también pase por esa aceptación.
Gestionar las emociones incluyendo el dolor
Emociones como la tristeza, depresión, sensación de vacío, etc. son normales. Sentir dolor, incluso físico, también. El niño habrá de sentir esas emociones. Y aceptarlas. Ese dolor hay que vivirlo, no negarlo ni reprimirlo, porque si esta tarea no se completa puede dar lugar a depresiones donde será necesaria terapia.
Adaptarse a un medio en el que el fallecido está ausente
Comenzar a vivir sin él o ella, con ese vacío. Adoptar sus roles supone un cambio. Para los niños también. Por ejemplo, llevar las cuentas de la casa como lo hacía mamá es difícil. En definitiva, supone un cambio de circunstancias y una redefinición de roles para seguir creciendo y no quedarse estancado.
Adaptarse emocionalmente al fallecido y seguir viviendo
Los recuerdos de un ser querido nunca se pierden. No se puede renunciar al fallecido, sino encontrarle un hueco apropiado en nuestros corazones, de modo que podamos mirar atrás y hablar de él sin sufrimiento. El niño no olvidará al fallecido, y podrá mirar hacia delante igual que los demás, con su vacío.
El duelo mal elaborado por el niño puede dejar secuelas en los años posteriores o en la edad adulta
Hay comportamientos de los niños en un proceso de duelo que podemos considerar normales y no preocupantes. Alteraciones del sueño, problemas intestinales, retroceso a etapas anteriores (chuparse el dedo, hacerse pis), sentimientos de culpabilidad, periodos de emociones intensas: ansiedad, tristeza, angustia, miedos…
Pero hay otros comportamientos que suponen signos de alarma. Excesivo miedo a quedarse solo, que imite excesivamente al fallecido, que se aleje de sus amigos, que no juegue, que disminuya el rendimiento escolar, que tenga problemas de conducta o que se escape de casa… son conductas motivo de que el sufrimiento es excesivo.
Cuentos para acompañar el duelo infantil
Hablar de la muerte de alguien cercano es difícil. Afloran sentimientos y emociones que a veces nos impide poner palabras a la situación. Pero es necesario expresar nuestras emociones, y resulta más fácil con cuentos. Los adultos podemos encontrar con Jorge Bucay cuentos para acompañar las pérdidas y lecturas para canalizar nuestras emociones.
Los cuentos para abordar el tema de la muerte con los niños son muy útiles para que padres y profesionales acompañen a los pequeños a entender y adaptarse a la nueva situación. A continuación os muestro algunos.
Siempre te querré, chiquitín. Dirigido a los más pequeños, habla del amor incondicional entre una madre y su hijo. Además de plantear un tema tan importante como la durabilidad y la consistencia del amor, Debi Gliori aborda el tema de la muerte.
Edu, el Lobo. El tío de Edu, un lobo pequeño, muere en un accidente cuando salían a cazar. En medio de este trance, Edu encontrará a un conejito que le ayudará a enterrarlo. La historia habla con naturalidad sobre la muerte y da importancia a la amistad en momentos difíciles.
En función de la edad del niño podemos pasar más tiempo con él, animarle a expresar sus emociones, compartir con él las nuestras, corregir conductas inapropiadas, implicarle en actividades familiares, tranquilizar sus miedos… Si los síntomas persisten o no sabemos qué hacer, siempre podemos pedir ayuda a un psicólogo infantil. De hecho, es lo más aconsejable cuando el duelo se complica.
Información:lamenteesmaravillosa.com