Tal árbol existe. Lo usamos constantemente en metáforas, en artículos como este que lee ahora mismo. También las autoridades en sus discursos y la gente en general lo refieren. Siempre que se habla de que hay que ir a la “raíz de los problemas” se usa. Entonces tenemos que suponer y entender que para cada “raíz” a la que “hay que ir”, existen plantas o árboles de tal o cual cosa. Y si se prosigue con la ilustración, se estará señalando indudablemente que para erradicar alguno de esos “frutos” o problemas a los que se refieren, habría que “arrancar” tal planta o tal árbol, “de raíz”. Así de definitiva es la ilustración que usan. Mas, digo e insisto en que el problema no está ni en el fruto, ni el árbol, ni en la raíz. ¿Entonces dónde? El Meollo del Asunto está en la semilla. Que es de donde sale la raíz, el árbol que produce el fruto. Y lo sabemos bien desde el cuarto año de primaria; toda semilla reproduce su propia especie, su propio género.
La corrupción como fruto de ese mismo árbol impera en todos los aspectos de la vida nacional. La corrupción echa a perder todo lo que toca. El fruto de tal árbol impediría que se logre la pretensión de bajar los índices de la violencia e inseguridad que se registran en el país. La violencia y la inseguridad, el crimen y los delitos no son sólo una tragedia que nos sucede, sino que son una gran tragedia.
Uno de los elementos que existen para que la semilla crezca y el árbol produzca tal fruto es la impunidad. Vital para que la corrupción rampante se dé. La que sería como el “abono” para que la semilla que se siembra se fortalezca. Para que brote el árbol de la corrupción.
El INEGI dió a conocer la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2015. Se puede consultar en: http://www.inegi.org.mx/saladeprensa/boletines/2015/especiales/especiales2015_09_7.pdf Esta se levantó entre marzo y abril de del 2015.
La encuesta reveló: “que en 2014 se cometieron 33.7 millones de delitos. Prácticamente los mismos que en 2013, cuando se contabilizaron 33.1 millones de delitos. El esfuerzo de prevención para tratar de disminuir, fue nulo. Sólo el 6.2% de ellos terminó en averiguación, es decir, 31 millones de delitos quedaron en impunidad en 3013. Pero en 2014, el porcentaje de denuncia fue del 7.2%. Exactamente un punto de incremento. Aún muy bajo. Lo que significa que la gran mayoría no se persiguen. Quedan en la impunidad. Las causas son varias. El costo estimado de los delitos representa 1.27% del PIB. (226.7 mil millones de pesos).
“Entre las razones para no denunciar delitos ante las autoridades por parte de las víctimas destaca: la Pérdida de tiempo con 32.2% y la Desconfianza en la autoridad con 16.8%, dentro de las causas atribuibles a la autoridad. Por causas atribuibles a la autoridad se entiende: miedo a que lo extorsionaran, Pérdida de tiempo, Trámites largos y difíciles, Desconfianza en la autoridad o actitud hostil de la autoridad. Por otras causas se entiende: miedo al agresor, Delito de poca importancia, o No tenía pruebas”. Esto provoca y mantiene altos los índices de impunidad y por ende, de corrupción. La que subestima y socava al ciudadano en su confianza y que por lo mismo, destruye la legitimidad del sistema político nacional.
Los encuestados consideraron a la policía de tránsito y municipales las más corruptas del país. Mientras que la Marina y el Ejército son las instituciones en quien confía la gente. Más del 80 % de la gente dice que las fuerzas armadas son las menos corruptas. La población sigue desconfiando de las policías. De todas ellas. Esto no cambia por más esfuerzos que dicen hacen las autoridades en turno. Por lo mismo, de nada sirven tener mejores políticas, educación, la ley, las costumbres, la cultura, las campañas cívicas, ni los medios de comunicación si hay impunidad. Si el ciudadano ve que la violación de las normas no provoca algún castigo. Por eso nadie creerá en los representantes de los campos mencionados.
Robert F. Kennedy, Procurador General de Justicia de EUA, 21-06-1961, dijo en un discurso ante El Comité Conjunto de Apelaciones y Defensa del Comité Judío y la Liga de Antidifamaciones, lo siguiente: “Las leyes pueden encarnan las normas, el gobierno puede hacer cumplir las leyes, pero la última tarea no es una tarea para el gobierno. Es una tarea de todos y cada uno de nosotros. Cada vez que volteamos la cabeza hacia otro lado cuando vemos la ley burlada, cuando toleramos lo que sabemos que está mal, cuando cerramos los ojos y los oídos a los corruptos, porque estamos demasiado ocupados, o demasiado temerosos, cuando no somos capaces de hablar y hablar fuerte, es que nosotros golpeamos a la libertad, a la decencia y a la justicia”. Y ésas amigos, son las semillas que requerimos para tener el árbol que produzca el fruto que necesitamos. El del bienestar. Ahí, El Meollo del Asunto.
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