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Lunes, 05 Agosto 2019 11:20

Discurso de odio

Escrito por

 

Hoy voy a generar una hipótesis que el espacio para mi texto no me permite desarrollar todo lo que quisiera.

 

En las últimas décadas hemos venido escuchando decir, “eso es un discurso de odio”.

 

Generalmente se refieren a términos, palabras o mensajes que atacarían a una mujer diciéndole, “perdida”, a un homosexual, diciéndole, “joto”, a un inmigrante, “mugroso”, en contra del feminismo, “feminazi” o contra el aborto, “asesinato”. Esa sería casi la regla.

 

No se considera discurso de odio si lo mismo se habla o se dice en contra de la Familia ancestral, “patriarcado arcaico”, si se refieren a los hombres, “rata de dos patas”, a los heterosexuales, “retrogradas machos”, a la iglesia, “conservadores”, o en contra del cristianismo, “fanáticos”. ¿Por qué es así?

 

Aunque lo sepa, es difícil establecer el por qué y desde cuándo se trastocó el sentido de las cosas. Podría decir que inicia en el momento en que como dicen, los principios y valores dejaron de enseñarse y el sentido común se volvió un común sin sentido, el que como dice Chesterton, “encontramos en muchos que atacan el primero”.

 

Establecer cuándo fue este momento es igualmente difícil. Pero me arriesgaré a decir que inicia en 1969 y tal vez antes, una década antes. Cuando “Elvis Presley” o Elvis The Pelvis”, hace su arribo al escenario del rock, volviendo locas a las muchachas y siendo el ejemplo a seguir de los muchachos de entonces.

 

De ahí “revienta” Woodstock, la cultura hippie y el consumo generalizado de drogas. El que prevalecería una década en su esencia produciendo un efecto que llegaría hasta la actualidad.

 

Se transformaría conservando sus principales postulados. “Haz el amor y no la guerra”. “Libertad, Libertad”. La sicodelia y la estridencia de la música.

 

El mundo no sería el mismo después de Woodstock. Los postulados de entonces no son los mismos hoy. Han pasado cincuenta años. La decadencia y la deconstrucción hicieron su efecto.

 

El concepto de libertad se degeneró a tal grado que se confundió y mezcló con filosofías de antes de Cristo y se tuvo un híbrido entre lo pasado y el presente.

 

Transformando las antiguas creencias para una Nueva Era, revistiéndolas de sofisticación, modernismo mal entendido. Donde en el caminar y la mezcla con un ingrediente en especial, trastocó la sociedad. Siendo ese ingrediente, la maldad.

 

La sociedad de la primera parte del SXX entendía que para cada derecho existe una obligación.

 

Mas la liberalidad de finales del mismo siglo provocó que la mente del ser humano se olvidara de la obligación y pensara sólo en los derechos. En los Derechos Humanos.

 

Así, los grupos minoritarios ganarían terreno. Más cuando entre los grupos mayoritarios se desbocaron los sentimientos de rechazo y les ofendieron de las más perversas maneras.

 

Surge entones la llamada Acción Afirmativa. Una política estadounidense que trataría de darle garantías a estos grupos minoritarios.

 

Los que se vieron dotados de un poder que antes no tenían. Un respeto que como seres humanos se merecen, pero que no se les daba. Hasta que esto fue llevado al extremo y las posiciones se voltearon con la complacencia de la ley ad hoc a sus ideologías y causas.

 

Ganaron posiciones políticas mediante el uso de un recurso al que se le llamó y se le conocen en EUA como el Discurso de Odio. Que no es otra cosa que una ofensa retórica o invectiva.

 

Este concepto lo hemos importado a nuestro país casi textual, siguiendo en ejemplo estadounidense.

 

El discurso de odio (en inglés: hate speech) es la acción comunicativa que tiene como objetivo promover y alimentar un dogma cargado de connotaciones discriminatorias, que atenta contra la dignidad de un grupo de individuos.

 

Dicho discurso es propagado con intención maligna​ para incitar al interlocutor, o lector, a que lleve a cabo acciones destructivas en contra de un grupo, por lo general, históricamente discriminado.​

 

Según la Recomendación No. R (97) 20 del Comité de Ministros del Consejo de Europa, las formas más comunes del discurso de odio son el racismo, la xenofobia, el anti-semitismo, entre otras basadas en la intolerancia. Fuente: Wikipedia.

 

En el reciente hecho violento en El Paso, TX, donde un joven atacó a la gente en la tienda Walmart de Cielo Vista, fueron asesinadas 22 personas y 40 más fueron heridas, después del atentado se dio a conocer un manifiesto racista que habría sido distribuido con antelación al hecho.

 

Inmediatamente se ha venido culpando al presidente Trump por ese tipo de crímenes. ¿Por qué?

 

Porque se dice que hace uso de un discurso de odio en contra de inmigrantes hispanos, como le dicen a todo el que no es güero anglosajón, fundamentalista religioso.

 

Si es esto cierto o no, si es así o no lo es, el tiempo lo habrá de decir y mostrar.

 

Ahora bien, si se califica de discurso de odio a aquél que es capaz de animar a personas a que mate a otra porque no son de su misma raza. Si las palabras presuntamente descalificadoras de un presidente que llama violadores y ladrones a una raza exacerba otra para llegar a cometer crímenes, el que otro presidente llame conservadores hipócritas, corruptos, fifís neoliberales a otras, en otra latitud, provocarían lo mismo que en EUA. Yo creo que sí.

 

Y creo que en México ya está sembrada la semilla del odio que podrá provocar el mismo fenómeno como el que hemos visto el sábado pasado en El Paso, Tx.

 

Basta entrar a las redes sociales donde se puede palpar el efecto del discurso de odio que se desborda cada mañana, a manera de “broma”, desde Palacio Nacional.

 

Un “discurso de odio” que muestra, El Meollo del Asunto.

 

 

 

Daniel Valles

Periodista @ELMEOYODLASUNTO

danielvallesperiodista.com | Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

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