Columna Diálogos en el Infierno
Por José Ignacio Zenteno
Twitter @PepeZd
Director de MAS DATA.
Investigador de percepciones y preferencias públicas.
El estilo de gobernar del presidente López Obrador incluye un arsenal interminable -y ciertamente creativo- de engaños, medias verdades y verdades encubiertas. Posee un talento único para introducir mensajes que provocan un efecto delirante entre sus simpatizantes y también entre sus detractores. Es un mago de la comunicación y la manipulación de las masas, su terreno es el control de la agenda pública, nadie como él para modular el humor social y la conversación en las redes sociales.
Todo esto viene a cuento por la grosera ocurrencia de rifar el avión presidencial. Cuando la escuché no me sorprendió, pues el presidente le ha perdido el respeto al ridículo. Y como todos me subí al intercambio de memes y videos sin tomar conciencia de que al hacerlo estaba contribuyendo a la estrategia del Gobierno Federal para distraer la atención pública. Bastó un desliz del presidente para que de un momento a otro todos olvidemos la pifia del INSABI, la inseguridad y la violencia, los bajos pronósticos de crecimiento económico, el desempleo, el alza de precios, la cuesta de enero, las caravanas de migrantes y tantas situaciones que colocan contra las cuerdas al gobierno. Un arrebato mañanero descarriló un tren que iba a chocar contra la 4ª Transformación, y ese tren se llama realidad.
Desde que el ser humano existe y según Aristóteles se distingue del resto de los seres vivos por ser un animal político, la moral se ha escapado de la praxis política. Nicolás Maquiavelo lo describe de forma magistral en El Príncipe:
“Todos sabemos cual loable es en un príncipe mantener la palabra dada…; sin embargo, se ve por experiencia en nuestros días cómo aquellos que han tenido muy poco en cuenta la palabra dada y han sabido burlar con astucia el ingenio de los hombres han hecho grandes cosas, superando al final a aquellos que se han basado en la lealtad. Por consiguiente, un señor prudente no puede, ni debe, mantener la palabra dada cuando tal cumplimiento se vuelva en su contra, … Y si los hombres fuesen todos buenos, este precepto no lo sería, pero, como son malos y no observan lo que te prometen, tú tampoco tienes por qué observarlo… Y hay que tener bien en cuenta que el príncipe tiene que contar con un ánimo dispuesto a moverse según los vientos de la fortuna y la variación de las cosas se lo exijan, y, como ya dije antes, no alejarse del bien, si es posible, pero sabiendo entrar en el mal, si es necesario.”
La verdad no es patrimonio de la política pero la realidad sí lo es. Mijail Gorvachov decía en su Perestroika que “la política es la ciencia de lo posible (porque) todo lo que está más allá de lo posible es irreal”. En esta lógica lo real es posible para la política, lo no real es imposible y por lo tanto rebasa sus límites. Sin embargo, algunos políticos logran ensanchar el territorio de la realidad para que ese nuevo espacio lo ocupe la política, su política. Lo consiguen mediante la manipulación de la percepción social. Gobernar con la mentira es una forma de ensanchar el territorio de la política porque se distorsionan los límites de la realidad. Los budistas tibetanos afirman que la realidad es todo aquello en lo que fijamos nuestra atención, por lo tanto, quien manipula la atención del público construye la realidad, al menos en forma temporal.
Batasar Gracian en su Oráculo Manual y Arte de la Prudencia (1658) elogia la simulación y afirma que “la sabiduría práctica consiste en disimular”, que “más vale astucia que fuerza”, que “las cosas no pasan por lo que son, sino por lo que parecen” y que “valer y saberlo demostrar es valer dos veces”, que “lo que no se ve es como si no fuese” y “que el jugar a juego descubierto ni es de utilidad ni de gusto”. Sin duda el presidente López Obrador es un fiel intérprete de la moral política y del muy antiguo arte de la simulación.
Al discurrir sobre la falsedad, Umberto Eco afirma que ésta puede parecer como una relación diádica entre engañador y engañados. Sin embargo, señala Eco, existe también una relación monádica y una triádica; la primera es quien se engaña a sí mismo porque termina por creer que su mentira es verdad, la segunda se describe por “la víctima que no entiende la ironía del mentiroso y por tanto da crédito a la mentira, y un tercer testigo que comprende lo que quería decir el ironista, de modo que ironista y testigo se burlan de la víctima”. Podría ser éste el caso de un presidente que gobierna con esquizofrenia (porque a veces parecería que cree en sus propias mentiras) pero otras lo hace con ironía y se burla del pueblo con premeditación, alevosía y ventaja.
La recomendación de todos los filósofos y hasta del amoral Maquiavelo es utilizar la mentira como excepción y no como regla. Torquato Accetto en Della Dissimulazione Onesta (1641) lo señala con claridad: “Si alguien se pusiese la máscara a diario sería más conocido que nadie,… pero de los excelentes disimuladores que han sido y que son no se tiene noticia alguna”. Después de poco más de un año de gobierno, Andrés Manuel López Obrador ya es conocido por su proclividad a gobernar con la mentira, el engaño, la finta, el señuelo. Lanza borregos para que la opinión pública distraiga su atención, lo hace con una seriedad y una serenidad que resultan estremecedoras por su gran capacidad actoral. Sus simpatizantes le creen todo cuanto dice y hace (por eso son el pueblo bueno), pero sus detractores también se van tras los borregos que lanza porque aun no se acostumbran al estilo y no creen que un jefe de Estado sea capaz de ejecutar tales estrategias. Sin embrago, un día le va a pasar como a Pedro y el lobo, cuando eso ocurra la credibilidad y la eficacia de las tácticas disuasorias habrán terminado.
Solo para iniciados
Agradezco la involuntaria colaboración de Umberto Eco para la elaboración de este texto. La mayoría de las citas provienen del libro "A Hombros de Gigantes Conferencias en la Milanesiana 2001-2015", Editorial Lumen, 2018, capítulo “Decir falsedades, mentir, falsificar” páginas 225 a 256. Recomiendo ampliamente la lectura de este libro que aborda temas de la vida cotidiana y los convierte en sendos tratados desde múltiples aproximaciones, sea la filosofía, la pintura, la música, la semiótica, la retórica, la literatura, la historia; los recursos de Eco eran bastos por eso fue uno de los más grandes e influyentes sabios de nuestro tiempo.
Escrito por José Ignacio Zenteno