Viernes, 22 Noviembre 2024
Jueves, 13 Junio 2019 18:37

Desgraciada, desgraciada Violencia.

Escrito por

 

El Meollo del Asunto.

Por: Daniel Valles.

 

La violencia es una desgracia per se. Que le ocurra a uno es una desgraciada desgracia.

 

En Ciudad Juárez, el año pasado una desgraciada desgracia les sucedió a 1,247 familias.

 

Que son el número de víctimas de la violencia sólo del 2018. La cifra más alta en los últimos 6 años. A la fecha el número casi llegó a 700 personas. Que recuerda la cifra total de 772, ocurrida en todo el año del 2017.

 

¡Esta película ya la vimos! Hemos exclamado por los últimos dos años. Pero más como una queja, que como una advertencia. Las autoridades están imposibilitadas para detener la violencia.

 

Tal y como escribía en 2010, esto no termina hasta que quienes comenten los crímenes dejen de ejecutar personas. Esto es una desgracia, lo sé. Pero también es cierto.

 

Y Ciudad Juárez no es el único lugar en la república en la que la desgracia pega con fuerza haciendo desgraciados a las familias.

 

En la CDMX, bandas de secuestradores han enfilado sus “esfuerzos” hacia la población estudiantil. Los secuestran, los mutilan, los matan aun cuando cobran los rescates.

 

Las autoridades de todas las administraciones son muy ingenuas. Creen que con la legalización de la marihuana la violencia no sólo disminuiría, sino que la erradicarían. Por más que la senadora Jesusa habla de lo mágico que es la plantita.

 

Norberto Hernández es el ejemplo más reciente de esto. Su mamá, Norelia Hernández ha vivido esta desgracia de una forma terrible.

 

“Vine por el título de mi hijo y me voy con su acta de defunción”, declaró hace unos días. Hoy, la familia chihuahuense, de Meoqui, se dice que se convertirá en una luchadora social.

 

Como antes lo han hecho, Nelson Vargas, Alejandro Martí, el de: “si no pueden renuncien”. La señora Wallace y Javier Sicilia, entre otros.

 

Cada una de estas personas ha dicho lo mismo que ahora dice la señora Hernández. “Espero que esto se detenga”. “Que su muerte no haya sido en vano”. “Que su muerte sea un parteaguas”. Hasta el ya lejano: “Ni una más”.

 

Por todo lo anterior, la gente vuelve a preguntarse. ¿Qué está pasando? Y las autoridades, o los sociólogos y las líderes sociales vuelven a usar el estribillo añejo: “Es la falta de valores”.

 

Pues aunque fuere cierto, que lo es, ya es el colmo que en casi treinta años de esta violencia no haya cambios fundamentales, sino todo lo contrario.

 

Afirmo que tal cosa se debe a que la autoridad libra una batalla contra un enemigo más poderoso y lo hace con “armas” incapaces de combatir el problema. ¿Cuál es? La maldad en el ser humano.

 

Esa naturaleza de la que Carl Jung advertía que podía ser poseída por el “arquetipo de la maldad,” o la voluntad a causar sufrimiento, destrucción y caos.

 

Mismos arquetipos que la Psicología moderna le pone nombres como “sociopatía” o “sicopatía.”

 

“Los seres humanos sabemos dónde y cómo dañar a un semejante, a un animal, una cosa. Eso es estar consciente. Es estar al tanto de nuestra propia vulnerabilidad, finitud, mortalidad. De nuestras limitaciones. Sabemos cómo explorar la desnudez, porque conocemos y sabemos de la nuestra. Tenemos gran capacidad de hacer daño”. (Jordan Peterson, 12 Reglas para la Vida, Regla 2)

 

Este tipo de maldad exacerbada que vemos a diario, le he denominado en el pasado como una; “Violencia Luciferiana”. Ver artículo del 13/06/18; https://danielvallesperiodista.com/violencia-luciferiana-por-daniel-valles/

 

“Y es que-las autoridades-no llegan a entender que el problema de la maldad no se puede resolver como se resuelven los problemas de la producción en la industria, en el campo o en las empresas. La naturaleza del problema es diferente. Totalmente diferente. Y ni la conocen, ni la entienden”.

 

La maldad, como el amor, como el odio, como la paz, es un concepto metafísico. Espiritual. Por eso las armas que se usan no son capaces de luchar contra ella. ¿Cómo surge?

 

La codicia humana da origen mental a la maldad avariciosa y codiciosa. Al hurto o el robo. Que es la manifestación visible de la codicia. De ahí escala al asesinato, al crimen. Se ha endurecido el alma. Se ha cauterizado el corazón.

 

Así, la persona, hombre o mujer descubre algo, la satisfacción que se obtiene haciendo el mal. Conclusiones del Marqués de Sade. Quedan en evidencia en la obra; El Marqués de Sade, Grove Press, Juliette”, New York, 1968; P-308. “El asesinato es el mejor y más divertido vehículo para el libertinaje”.

 

¿No crees en la maldad? Eso no es problema. La maldad no espera que crean en ella para manifestarse. Igual arremete contra todo y más contra quienes le dan la bienvenida a su vida.

 

No saben distinguirla. Porque para hacerlo hay que conocer primeramente el bien.

 

Y las autoridades que se empeñan en controlarla con balas, pistolas y chalecos, nada podrán hacer contra ella. Necesitan ayuda.

 

Me citaré a mí mismo para dar final a esta entrega:

 

¿De dónde vendrá su ayuda? ¿De quién(es)?

 

“De todos nosotros. Ya que la maldad se combate mediante una decisión personal: la de no participar en actos individuales o colectivos productos de la maldad (personal o impuesta).

 

Es decir, es un proceso de educación y disciplina llamado “auto-gobierno.”

 

Ahí está pues, El Meollo del Asunto.

 

 

Daniel Valles

Periodista @ELMEOYODLASUNTO

danielvallesperiodista.com | Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

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