El Meollo del Asunto.
Por: Daniel Valles.
Pedir perdón es el primer paso a la redención. Pero pedirlo es solo el primer paso hacia la redención. Que es la liberación de la pena del reo que estaba condenado a muerte.
Del perdón existen al menos cuatro tipos. Puede haber más. Nombraré solo cuatro. El legal, formal, religioso, teológico.
El perdón legal es ése que se da mediante un documento oficial. Se exonera a la persona del crimen, del delito, de la falta.
El artículo 93 del Código Federal dice:- El perdón del ofendido o del legitimado para otorgarlo extingue la acción penal respecto de los delitos que se persiguen por querella, siempre que se conceda ante el Ministerio Público si éste no ha ejercitado la misma o ante el órgano jurisdiccional antes de dictarse sentencia de segunda instancia. Una vez otorgado el perdón, éste no podrá revocarse.
El perdón formal. Ese es el que expresamos de frente, cara a cara o por medio de una carta (correo electrónico). Existen frases-trilladas-para ello. Otras sinceras. “Perdóname. Sé que hay aspectos de mi vida que debo cambiar. Un cambio no se da de la noche a la mañana es por ello que te pido mil perdones y que me tengas un poco de paciencia. Lamento mucho lo sucedido”.
El perdón religioso.- Ese es el que se solicita en el contexto de la iglesia. La persona va donde el sacerdote, se confiesa y éste le extiende un perdón y una penitencia. Normalmente se busca porque el ofensor cometió una falta grave del tipo moral o ética. Esto de acuerdo al rito Católico. Porque en el evangélico, eso es un tanto personal. Por ello la gente alega que ya fueron perdonados por DIOS. De lo que no existiría evidencia alguna.
El perdón teológico no es lo mismo que el religioso. La teología es una ciencia que estudia a DIOS. La religión es-en mi opinión-el esfuerzo del ser humano de acercarse a DIOS, sin que DIOS le haya dado permiso para acercarse.
El mexicano siempre confunde la religión y la teología. Por razones obvias. Ambas tratan con la persona de DIOS. Pero son dos cosas diferentes.
El perdón entendido como la teología lo enseña tiene tres tiempos. La contrición es el primero. Donde se experimenta un gran sentido de culpa que lo lleva a uno a sentir un dolor en el alma espantoso.
La confesión. Como su nombre lo indica es no solo la aceptación de la culpa, sino el expresar verbalmente el que uno es culpable. Al hacerlo se obtendrá el alivio, la catarsis que hará descansar el alma.
Esto lo tienen las tres formas anteriores. Por eso son parecidas. Que no iguales. La diferencia está en el tercer tiempo. La corrección. Que es el fruto de los dos primeros tiempos.
La corrección ha de ser necesariamente visible. Es ahí cuando se sabe que la persona verdaderamente se arrepintió y no solo se compungió momentáneamente. Convenientemente. Estratégicamente. Políticamente. Esta forma la exige.
Los Evangelios y el apóstol S. Pablo lo dejan bien claro: S. Lucas 3:8 “Produzcan frutos que demuestren arrepentimiento”. (NIV)
Efesios 4:28 “El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir con los necesitados”. (NIV)
Pedir perdón se puede hacer de varias formas. Solo una es la que regenera, la que redime, la que provoca renacer. La teológica. Porque cumple con el requisito singular y particular de contener tres tiempos. Que son los que generan el verdadero arrepentimiento. El que llora internamente. No solo el llanto externo.
El dejar pendiente el tercer tiempo impide la redención de quién pide perdón. La obra está inconclusa y el ofensor volverá a lo mismo de antes.
El segundo tiempo es clave. El reconocimiento y aceptación de la culpa. Pero nada más. El primero es el más duro y difícil. La mayoría de la gente no pasa de ahí. Piden perdón de “dientes para afuera”, decía mi santa madre.
Manuel Barttlet se la ha pasado diciendo que es culpable del fraude electoral donde Carlos Salinas obtuvo el triunfo en la elección presidencial de 1988. Eso como una señal de contrición y-tal vez-de confesión.
Van tantas veces que lo hace que creo que es un testimonio de vida o anécdota, más que otra cosas. ¿Pero se ha corregido?
Hace unos días, don Andrés Manuel López Obrador le ha concedido la “conveniente” gracia de “perdonarlo”. Como si él fuera el único ofendido con la acción del 88. ¡Lo fuimos todos los mexicanos! Entonces Manuel habría de pedirnos perdón formal a todos y nosotros concederlo. No solo a don Andrés. Y éste, en modo alguno puede concederle algo que no tiene ninguna facultad o poder para otorgar algo como la redención.
Término legal que señala la libertad del condenado a muerte por sus crímenes. Primero porque no es autoridad oficial. Tampoco formal, para los mexicanos que no estamos en Morena. Que se sepa, no es ministro de culto para otorgar la religiosa y menos teológica. Es solo un político en campaña capaz de cualquier cosa por conseguir un voto más
El acto de confesión de Manuel Barttlet es pura demagogia electorera y el perdón o “purificación” de Andrés, no solo es lo mismo, sino otra más de sus locuras. Ahí El Meollo del Asunto.
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