Mi amor, no necesito para amarte que te sepas mi novia, o mi esposa, porque aún sin esos títulos te amare por siempre y eso tu lo sabes. No te veo yo en esos roles porque te siento un espíritu libre.
Aunque para mí, esta forma de amar inevitablemente me llevara tercamente hacia la soledad. Porque llevo conmigo un corazón que se enamoró perdidamente de ti y no que no te olvidará jamás. Pero tus expectativas, amada, son tales, que ya me veo yo no cumpliéndolas. Una torre de promesas quise alzar para que no te vayas, y no podré retenerte porque es mi muerte la que tira de mí. Apenas me deja en paz algunas horas, me lleno de sueños imposibles. Pero regresa, regresa con la angustia y con los azotes de la sobriedad de un nuevo día. Las tormentas de mi corazón van a dar contra la serenidad de sus murallas y mi marea la tranquiliza. Salgo del tiempo y veo que nada tendrá sentido si no obedezco a ese llamado, esa voz que te quiere libre, libre de mi y libre ti.
Hace días me decías que andaba muy callado, y es porque mi único amor, mi única Ilusión se va y me deja la muerte con su eterno silencio que hoy tiene sus dedos en mi garganta y hace huecos en mi voz. Ahora mismo de que pensarás que deliro, y sin embargo, lo que acabo de decirte es perfectamente comprensible en el idioma que habitualmente manejo con los míos.
¡No mí amor! No cometas ese error; no te incluyo entre los míos, y no es porque no te ame, dulzura mía, es porque me refiero a aquellos que están ligados a ese destino de libertad del que te hablaba.
Mi amor, tu estas en otra vereda, otro sendero, tus pies de tierra caminan con alegría los caminos de la tierra, tu belleza es iluminada por el medio día, tus manos de mármol fino trabajan mi mundo y lo hacen y lo deshacen sin mayores complicaciones.
Mi amor, ya no soy un habitante de tu bosque, estuve de paso, tu casa jamás fue mía, tu sonrisa nunca vio mi rostro, hoy sólo me cobija el sol y me consuela la luna, dejaste huella porque fuiste mi tiempo, aunque la verdad nunca estuve en tu pensamiento, ni siquiera en tu mirada.
Dirás que soy despiadado conmigo, aunque no concibas lo que te digo. Y al yo hacerme tanto daño, reviso mi vida y reflexiono seriamente si quiero seguir en este camino, buscando el amor que nunca se me ha dado.
Y sí, me respondo que sí, que si seguiré porque acaso no tenga nada más noble que obedecer el grito de mi corazón, esa fuerza que a veces, como vocación, nos lleva de un lado para otro.
Tuyo, pero libre.