Hoy a las seis de la tarde cuando Jorge Charbel Estefan Chidiac rinda protesta como integrante del Comité Directivo Estatal (CDE) del Partido Revolucionario Institucional (PRI), confirmará que regresó a operar en Puebla para ganar las elecciones del próximo 5 de junio.
Más allá de los comentarios y especulaciones con carácter de verdad dogmática, como las columnas de los periodistas Ricardo Alemán, el jueves pasado, y Raymundo Riva Palacio, el último martes, en el sentido de que hay decisiones del más alto nivel para que los panistas y su coalición ganen la gubernatura, se fortalece el priismo local con personajes como el diputado federal y hoy secretario de las poderosas comisiones camarales de Hacienda y de Presupuesto.
Estefan no llega a ser un convidado de piedra como tampoco lo será la secretaria general, Rocío García Olmedo, ambos ascenderán por prelación ante las renuncias de Isabel Allende y Víctor Gabriel Chedraui. Vienen a una campaña que tiene el objetivo claro de ganar Puebla en 2016 para ser competitivos en 2018. Otro resultado sería catastrófico para su generación: priistas poblanos sin poder.
No sólo se cumplen los deseos de sumarlos de la candidata Blanca Alcalá, quien guarda una relación de amistad añeja con el diputado federal, también instrucciones del más alto nivel en la política nacional.
Charbel Estefan tiene funciones importantes en la Cámara y trabaja para los equipos de Emilio Gamboa y Luis Videgaray, quienes por lo menos tuvieron que dar su visto bueno para su designación.
Desde el mediodía del martes cuando trascendió su nombramiento, que se hizo oficial más tarde con un escueto boletín del PRI local, no faltaron los comentarios sobre cómo quedarán las relaciones personales y familiares que desde hace décadas mantienen el de facto dirigente estatal del PRI y el candidato a gobernador de la coalición que encabeza Acción Nacional, Tony Gali.
Jamás han negado sus vínculos personales, pero sus carreras en los últimos años no dependen de sus proyectos personales.
Cuando Gali decidió respaldar a Felipe Calderón en 2006 como candidato presidencial con una cena en su casa para recolectar fondos de empresarios poblanos, inició un camino distinto al de su concuño que militaba en el PRI y era candidato a diputado federal por Izúcar de Matamoros.
Por aquellos días el hoy aspirante a la gubernatura fortaleció su relación con el candidato del PAN al Senado, Rafael Moreno Valle, y empezó a construir una sana distancia con Estefan Chidiac, quien sin ser marinista mantuvo una relación cordial con el entonces gobernador que originalmente lo nombró secretario de Desarrollo Social de su gabinete.
Hoy caminan en proyectos distintos y ambos son triunfadores.
No se puede argumentar colusión y sí competencia, la cual se puede mantener en niveles de rivalidad cordial a menos que las circunstancias los lleven a una confrontación personal, lo que conociéndolos es casi imposible que suceda.
Ambos, Gali y Estefan jugarán a ganar en 2016. En el pasado lo hicieron juntos, ahora cada quien por su lado.
Sus carreras en la política son individuales como su óptica del momento actual que vive el estado y el país.
El candidato a gobernador tiene enormes retos por delante y él se juega todo para ser electo por una amplia mayoría. Su decisión de presentar su licencia permanente a la presidencia municipal de la capital es muestra de que va en serio, no hay regreso y ganar es su meta.
El inminente líder estatal del PRI tiene sobre sus hombros la responsabilidad de que su amiga y su partido ganen la gubernatura; su futuro depende de lograrlo y como profesional hará todo para conseguir su objetivo.
Estamos ante una verdadera “Batalla por Puebla”, no habrá tregua de aquí al cinco de junio.
Hoy tres de marzo concluyen las precampañas y habrá un mes para organizar las campañas constitucionales, que arrancan el 3 de abril.
La guerra será fría, sin cuartel.
Alcalá y Gali serán formalmente designados candidatos al gobierno estatal y se encuentran formando sus equipos, en los que Rafael Moreno Valle y Jorge Estefan Chidiac tendrán papeles determinantes.
La competencia va en serio, más allá de las especulaciones, porque en 2016 se están jugando el 2018.
El futuro llegó.
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