He disfrutado cada momento que he tenido contigo,
cuando estábamos juntos era como escuchar una sinfonía,
como si el cielo y la tierra se sincronizaran para dar paso a una
melodía de murmullos y suspiros, de abrazos y besos.
Cada atardecer era un espectáculo, una luz dorada
se posaba en tu rostro, ese rostro que me
maravillaba con esos ojos que siempre me
transportaban a un universo lleno de ti,
en donde solo se hablaba un lenguaje
un lenguaje perfecto, infinito, profundo, eterno.
Cuantos colores y matices puede haber en el amor, casi todos.
Aun no entiendo como es esto
como una fuerza tan poderosa cabe en un
recipiente tan frágil como el ser humano,
tal vez sea tu cercanía que me vuelve más fuerte.
O será esa hermosa luz que emana de ti, que
rompe con toda la oscuridad que me rodea.
Pienso en ti todos los días, y quiero estar junto a ti,
así como cuando el sol se une con el horizonte en el atardecer.
Y para recordarte, deletreo tu nombre, obligando a mi mente a
no olvidarte nunca, a evocar tu perfume, a beberme
tu recuerdo en cada movimiento de mi mano es este papel.
Siempre me gusto el hecho de poder verte sentada
bajo el árbol donde pasamos los mejores
momentos de nuestro idilio, donde el amor nos
mostraba todo su encanto, todos sus privilegios.
Esos momentos eran mágicos, extraños, imperfectos.
Es difícil poder definir como trabaja el amor,
en ocasiones es tan paciente como el mismo roble,
pero hay momentos en los que es tan arrebatador,
y de esta misma manera siento que fue nuestro amor.
Fue verdadero, a veces la razón quiere negarlo,
Pero el corazón me dice a gritos que absolutamente real.
Mi parte consciente me ayuda a entenderlo y eso
Me hace sonreír, porque entonces tengo la maravillosa
Sensación de estar junto contigo.
Fuimos arrojados a la fría noche, fuimos arrojados
a los lobos, luchamos cuanto pudimos. Te extraño,
el viento me habla de ti y hay ocasiones que te siento
a mi lado, pero este recuerdo se va desvaneciendo
muy lentamente, como la bruma en la mañana.