¿Vienes a verme otra vez Andrés Manuel? Creí que ya sabías todo del poder y ya no necesitabas de mi opinión. Disculpa mi indiferencia pero ha pasado tanto tiempo desde que conversamos.
Entiendo que perdiste al ganar tu consulta de revocación de mandato y una semana después volviste a perder con tu reforma energética. Solo a ti se te ocurre vincular tu visión de Estado a una elección intrascendente.
Vanidad de vanidades Andrés, el poder nubla el juicio. No te hacía ni más fuerte ni más capaz que en el mismo mes de abril se realizaran dos ejercicios políticos en los que tenías mucho por perder. Tu sexenio agoniza ya, eres vulnerable y todos lo saben.
Tus enemigos al igual que tus aliados ven en ti a un león herido. No habrá reforma electoral, tampoco habrá reforma a la Guardia Nacional. Tu mismo dinamitaste los puentes, quemaste tus barcos y te abandonaste con tus rencores en un rincón.
Es la política la que te ganó. Sí Andrés, la bendita política en la que te crees un maestro fue quien te derrotó. Todo por hacerle caso a tus apetitos. Pensaste que la oposición iba a caer en la trampa de tu revocación de mandato, subestimaste su inteligencia. Al quedarte solo en el escenario e imposibilitado de hacer campaña, tuviste que apostarle todo a tus estructuras políticas y a tus programas clientelares. Los 15 millones de votos que obtuviste no son pocos pero tampoco asustan a nadie.
Sabes muy bien que una parte de los votos en la consulta fueron de urnas embarazadas, otros llegaron con presiones y chantajes, y algunos más se obtuvieron modificando actas de escrutinio en zonas apartadas. Podrás engañar a muchos pero entre nosotros no hay secretos.
Cuando diste la instrucción de no cambiarle nada a tu reforma constitucional significaba que preferías destinarla al fracaso para seguir golpeando a la oposición. Sabías que esa reforma no podía pasar como la mandaste, había que negociar y modificar el texto de manera que no afectara al país. Eso equivalía a que perdieras el monopolio del chantaje y te pasaras del lado de la razón y de las empresas privadas que generan electricidad en México. En otras palabras, tendrías que reconocer que te equivocaste y eso no va contigo.
A pesar de las presiones que recibiste de Estados Unidos, Canadá y Europa, te mantuviste firme en tu plan de restituir el monopolio de la CFE en el sector eléctrico nacional. Soñabas con la historia y con colocarte al lado de los presidentes Cárdenas y López Mateos. Así no funcionan las cosas Andrés, los líderes pasan a la historia por saber interpretar los tiempos que les tocaron vivir, no por copiar soluciones de otros. El pasado es uno y quedó atrás, el futuro ofrece múltiples posibilidades por delante. Ganar el futuro significa decidir correctamente entre opciones. Lo que antes fue una solución ahora será una catástrofe, la realidad cambia sin remedio.
Tenías que lidiar con la oposición. El PRI estaba dispuesto a pactar contigo a cambio de posiciones políticas, al menos esa versión corrió en las columnas y los entretelones del poder. El escenario se enrareció por un tiempo y tú disfrutabas el juego del gato y el ratón, mientras medías las consecuencias de tu reforma. Los americanos volvieron a la carga, nadie sabe con exactitud el contenido de la presión que llevaron a tu palacio (ojalá que un día se sepa), lo que sí se filtró fueron los resultados de un estudio que hicieron sobre el impacto ambiental y económico de la reforma; un desastre para el país.
La suerte de tu reforma estaba decidida la noche del 10 de abril cuando todos vieron de lo que eres capaz de llevar a las urnas. Y con tus reacciones después de la votación en la Cámara de Diputados, al calificar a tus opositores de traidores a la patria, se esfuma cualquier posibilidad de llegar a acuerdos con ellos. Al menos, claro, que les entregues más poder.
Lo único bueno de todo el tiradero político que hiciste fue que ocurrió en medio de las vacaciones de Semana Santa. Sabes que los mexicanos traen la conciencia en punto muerto prácticamente todo el año, pero en esos días se olvidan de que existe. Has de saber que en estas cuestiones la opinión del pueblo “bueno y sabio” resulta irrelevante, y más pronto que tarde será consciente también de tu debilidad.
¿Te sientes incómodo? ¿Estarás tramando algo para darle la vuelta a la situación? ¿Quieres demostrar que tu poder sigue intacto? Cuida mucho tus acciones en lo que resta del mandato. El calendario político marca que pronto entrará el último tercio y como en una corrida de toros, toca la suerte de acabar al poderoso para que resurja uno nuevo. Todos son símbolos, tú lo entendiste muy bien después de que perdiste las elecciones de 2012 y te volviste un mago para manipularlos.
México lleva casi un siglo de escenificar el ritual sexenal de cambio de presidente, ya es parte de su cultura. Incluso tu pueblo bueno y sabio espera esas fechas con ansiedad porque son los tiempos del conflicto político que hace renacer la esperanza. Ni siquiera con tu poder y tu carisma puedes escamotearle al pueblo esa fiesta. Si pretendes alterar los tiempos habrá un elevado costo por pagar. Ya no eres el mismo, entiéndelo Andrés, todos somos insignificantes ante la historia y ante las instituciones.
Lo mejor o quizá lo único que te queda es cerrar tu periodo con dignidad. Lo que ibas a hacer como presidente ya está en marcha. Si quieres doblar la apuesta solo conseguirás más destrucción y más desorden. Prepara tu salida, haz los arreglos para quien será tu sucesor, reconstruye los puentes, permite que se resuelva la elección del 2024 dentro de las instituciones y la Ley. La patria será agradecida contigo si al menos eso eres capaz de entregarle: una sucesión pacífica, legal, legítima y con alguien preparado para hacerse cargo de la Presidencia por los siguientes 6 años.
Solo para iniciados
Ni usted ni nadie amable lector, lectora, le puede decir estas cosas al presidente López Obrador pero cómo nos gustaría que al menos él las pensara. De eso se trató esta columna.