En todo libro de autoayuda se habla de lo importante que es el elogio en la infancia. Algo que sin duda aumenta nuestra autoestima y nos ayuda a ir formando nuestra personalidad. Los elogios son algo muy sencillo: elogiamos a nuestro hijo cuando aprueba un examen, cuando hace algo que está bien, cuando dibuja algo muy bonito.
Pero, decirle a los niños qué bien hacen ciertas cosas, manifestarles que los consideras casi una maravilla, ¿los hace verdaderamente seguro de sí mismos, felices y garantizan una buena autoestima?
La cara oculta de los elogios
Sin duda, es bueno que alaben lo que haces. Una palabra positiva nos ayuda a continuar, a desarrollar más esa capacidad que tenemos de lograr algo o de hacerlo mejor. Por ejemplo, si apruebas un examen y te elogian, eso te animará a continuar seguir estudiando y sacar mejores notas. O te ayudarán a esforzarte por aprobar esa asignatura que no te cae muy bien.
Eso sí, ¿qué ocurre cuando los elogios se hacen repetitivos? ¿Qué ocurre cuando siempre esperamos un elogio y, sorprendentemente, no lo recibimos? Los elogios pueden hacer que escojamos el camino fácil, en vez de intentar superarnos a pesar de las dificultades que podamos encontrar para lograr lo que queramos.
Es más, los elogios pueden hacernos flaquear en aquello que no nos gusta. Es decir, puede que solo queramos conseguir un resultado positivo para lograr el elogio, pero ello no implica que la tarea nos guste. Es importante que los niños no piensen en una recompensa cada vez que hacen algo. El elogio podría tener su paralelismo en el recibimiento de un regalo cada vez que obtiene un resultado positivo.
Deben comprender la responsabilidad de hacer lo que hacen. Así como, deben ser consecuentes con los resultados que obtengan en relación al esfuerzo que le dediquen a ese trabajo que están realizando.
Elogios que destruyen tu autoestima
Si nos centramos en los elogios que los niños pueden recibir desde su infancia, podemos encontrar 3 elogios fundamentales que creemos que fomentan la autoestima cuando, en realidad, fomentan todo lo contrario.
1. Elogias la capacidad, no el esfuerzo
Esto es un error muy grave que da lugar a muchos problemas. El trabajo duro es lo que va a contar, lo que va a influir realmente en el resultado. Aunque seas muy inteligente, si no pones esfuerzo, no lograrás nada.
¿Nunca has escuchado ese alumno que tiene capacidad para aprobar, pero no la aprovecha? La falta de esfuerzo es lo que luego vas a obtener. Siempre hay que elogiar el esfuerzo, porque si elogiamos la capacidad destruirás la autoestima.
2. Elogias de forma exagerada, sin especificar
Algunos elogios son muy exagerados. ¿Cuáles serían unos buenos ejemplos?: “eres un genio”, “eres un artista”, etcétera. Estos elogios pueden tener un efecto contraproducente en los niños y en vez de elevarles y fortalecer su autoestima, hacer todo lo contrario.
Aprende a realizar elogios más realistas como “me gusta…”, “qué bien te ha quedado…”, pero no aumentes de forma artificial la autoestima del niño, porque si le dices que es un genio ¡se lo va a creer! Y esto puede provocar que deje de esforzarse.
3. Añadir más presión, no es la solución
Cuando elogiamos, a veces metemos más presión de la que debiéramos. Si alguien piensa que somos un genio, podemos caer en la cuenta de que tenemos que siempre mantener ese estatus. El niño se verá sometido a una presión totalmente innecesaria.
Es importante que se esfuercen y se superen, pero presión no es lo mismo que motivación. Es importante que el niño se vea motivado y no presionado. ¿Estrés tan jóvenes? ¿Ansiedad?
Aunque la palabra “elogio” sea algo positivo, como vemos puede ser muy negativa si no la utilizamos como debiéramos. Aprende a elogiar de la manera correcta y piensa que, a veces, no es necesario, al menos no en exceso.
Elogia, pero elogia el esfuerzo, la superación, ¡motiva! No premies lo fácil ni exageres. Es importante que las cosas cueste lograrlas, solo así sabremos el valor que realmente tienen.
Información:lamenteesmaravillosa.com,