Este sábado, el Papa Francisco elevó al grado de cardenal al arzobispo mexicano de Morelia, Michoacán, Alberto Suárez Inda, durante una ceremonia en la Basílica de San Pedro del Vaticano.
Durante el Consistorio, 19 nuevos cardenales de varios países prometieron y juraron permanecer para siempre y “hasta que tendrán vida”, fieles a Cristo y a su evangelio, a la Iglesia católica y a la figura del pontífice.
“Juro no manifestar a nadie cuanto me será confiado custodiar y cuya revelación podría llevar daño o desentonar en la santa Iglesia, de desarrollar con gran diligencia y fidelidad las tareas a las cuales estoy llamado, según las normas del derecho”, pronunciaron.
Luego el Papa pasó a imponer el birrete cardenalicio a cada uno de los nuevos “príncipes de la Iglesia”, que fueron pasando ante él y se arrodillaron, frente al altar mayor de la Basílica.
Francisco les advirtió que el color rojo del birrete demuestra que ellos deben estar “listos a comportarse con fortaleza, hasta la efusión de la sangre, para el incremento de la fe cristiana, por la paz y la tranquilidad del pueblo de Dios”.
Además les otorgó, el anillo correspondiente, para que el mismo les refuerce su amor hacia la Iglesia y les entregó la “diaconía”, es decir el título correspondiente a una parroquia en Roma, porque como cardenales ahora ellos forman parte del clero de la “ciudad eterna”.
En el Consistorio reapareció en público el Papa emérito Benedicto XVI, quien estuvo vestido con un saco blanco y se sentó en primera fila, pero a un costado de los nuevos cardenales. A él no se le reservaron sitios de honor o protocolos especiales.
Aunque los nuevos cardenales son 20, uno de ellos no pudo viajar a Roma por cuestiones de salud y edad. Se trata de José de Jesús Pimiento Rodríguez, arzobispo emérito de Manizales (Colombia), quien cuenta con 95 años.
De ese total, 15 tienen menos de 80 años y por ello son “electores”, es decir estarían habilitados para ingresar en un cónclave y elegir un futuro Papa.
Los restantes cinco son “eméritos”, personajes que recibirán el birrete colorado por su destacado servicio a la Iglesia. Apenas sólo uno de todo el grupo es funcionario de la Curia Romana. Se trata de Dominique Mamberti, nombrado hace poco prefecto de la Signatura Apostólica.
El resto está compuesto por arzobispos y obispos residenciales, es decir pastores que ejercen su ministerio con gente de verdad y no en la burocracia de la Iglesia. Su distribución geográfica es diversa: Cinco provienen de Europa, tres de Asia, tres de América Latina, dos de Asia y dos de Oceanía.
En total 14 nacionalidades distintas. Seis de estos países no tenían ahora cardenales y algunos nunca antes habían contado con un purpurado, como es el caso de Cabo Verde, Tonga, Myanmar y Panamá.
Con los nuevos purpurados creados este sábado por el Papa, el Colegio Cardenalicio quedó compuesto por un total de 227 miembros, de los cuales 125 son “electores” y 102 son mayores de 80 años.