El cráter del Volcán de Colima se modificó y ahora tiene casi 50 metros de profundidad y un diámetro de alrededor de 280 metros en forma de herradura, con una parte abierta hacia el sur, de donde baja una larga lengua de lava que llega hasta la barranca de Monte Grande.
El especialista del Centro Universitario de Estudios e Investigaciones de Vulcanología (CUEIV) de la Universidad de Colima, Carlos Navarro, dio a conocer que durante el sobrevuelo que se hizo al coloso el martes, se encontró que el flujo de lava no avanza más debido a que la fuente que lo alimentaba en la cima se detuvo.
En una entrevista difundida por esa casa de estudios en su perfil de Facebook, explicó que ese flujo apenas comienza a enfriarse, un proceso que podría durar años, debido a que las rocas volcánicas tienen la propiedad térmica de retener mucho el calor.
Durante el sobrevuelo también se observó el material volcánico que se había depositado en la barranca de Monte Grande para determinar si las lluvias habían ocasionado lahares o avalanchas con esos depósitos.
En este caso, Navarro Ochoa notó que el flujo de lava llegó a más de 200 y hasta 300 metros delante de las torres de alta tensión, cerca de los lugares donde la gente va por arena para la construcción, y que debido a la ausencia de lluvias intensas, sólo generó lahares muy pequeños.
Dijo que el cráter, que comenzó a destruirse el 11 de julio presenta unas líneas muy marcadas de cráteres desde donde se generan las siete y hasta diez explosiones que pueden apreciarse a lo largo del día.
Especificó que esas líneas están orientadas en dirección noreste-suroeste, “un lineamiento tectónico que ha presentado en el pasado el volcán, como en el caso del nacimiento del volcancito en 1869, que está con esa orientación al noreste del edificio principal y es el chipotito que vemos desde Quesería”.
En ese sentido, informó que el radio de seguridad se redujo de ocho a cinco kilómetros alrededor del cráter, por lo que exhortó a la población a evitar acercarse al Volcán de Fuego, sobre todo a la barranca de Monte Grande, donde se encuentran los flujos piroclásticos a altas temperaturas.
El especialista refirió que el vapor que sale del cráter está compuesto en 90 por ciento por agua y que el resto es una combinación de bióxido de azufre, bióxido de carbono, ácido clorhídrico y ácido fluorhídrico.
Respecto a la energía sísmica que generan las explosiones diarias, dijo que según cálculos del investigador Raúl Arámbula, tienen un valor más o menos constante.
En cuanto a la altura de las exhalaciones, dijo, que depende de varios factores, entre ellos el viento y la observación y valoración que cada quien haga, así como del tiempo que de observación, “porque se trata de un proceso dinámico y cada quien, a diferentes tiempos, da diferentes alturas”.
Con esos datos observados, una vez que terminó el sobrevuelo, el técnico académico de la Universidad de Colima, se reunió con integrantes de Protección Civil en el estado para analizar el estado actual del volcán y las tendencias en su comportamiento.
Información de: Notimex
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