El pasado 29 de julio, en los límites del municipio de Victoria, Tamaulipas, el equipo de antropólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrieron en la cueva La Escondida un fardo funerario de petate, intacto. En el cual yace en su interior la momia de un niño.
El antropólogo físico Jesús Ernesto Velasco González, investigador del Centro INAH-Tamaulipas y director del proyecto, informó que al fardo se le ha aplicado una tomografía (TAC) y en su interior se confirmó la momia de un niño, aproximadamente de año y medio de edad ―calculada a partir de las características del crecimiento de sus dientes y desarrollo óseo―, el infante porta un textil, un pendiente de concha y otro al parecer de hueso.
El fardo estaba acompañado de una ofrenda compuesta por una cesta elaborada en materia vegetal, 756 semillas de encino, 52 olotes de una especie de maíz temprano y cuatro pedúnculos de calabaza (tallos que unen al fruto con la planta). Sobre el bulto mortuorio se halló una vasija de cerámica, colocada de manera invertida (vasija capital).
Actualmente, el grupo de investigadores lleva a cabo la quinta temporada de campo en la cueva La Escondida, en la cual estudian cuidadosamente la estratigrafía del suelo a fin de obtener la secuencia de ocupación anterior en el sitio, por medio de fechamientos absolutos y relativos. Investigan el momento en que comenzó aparecer la alfarería en la zona. Además, pretenden obtener mayores datos sobre la ocupación estacional con la recolección de plantas silvestres y cultivables, y la función de las cuevas como depósito mortuorio de este tipo de sociedades.
Con información de INAH