Corría el minuto 53 de la final de la UEFA Champions League 2004-05 entre el AC Milan y el Liverpool, celebrado el 25 de mayo de 2005, en la cancha del estadio Ataturk, de Estambul, Turquía, y el marcador era de 3-0 en favor de los italianos.
El juego estaba prácticamente definido, tres goles en el primer tiempo eran difíciles de igualar para los ingleses y más con un equipo tan sólido y bien parado como el Milán. Paolo Maldini, al inicio, y un doblete de Hernán Crespo tenían contra las cuerdas al Liverpool.
“Cuando te marcan un gol en el primer minuto todo se hace muy difícil. Además, perdimos por lesión a Harry Kewell”, comentó el entrenador Rafael Benítez.
Pero algo pasó. Como verdaderas aves fénix los británicos se levantaron tras el descanso.
El gran capitán y símbolo del equipo le dio un golpe de ánimo a sus muchachos con su gol, al 54. Después, el checo Vladimir Smicer puso a soñar a todo el mundo ‘Red’ y el español Xavi Alonso estaba consumando el milagro, eso sí, con un poco de dramatismo.
“Con el 3-0 en el descanso me veía llorando hasta el final del juego”, comentó Steven Gerrard, capitán y símbolo de ‘Los Reds’.
Este vertiginoso regreso del Liverpool se gestó en solo seis minutos, tiempo en el que las fuerzas de los hinchas ingleses se recargaron para realizar un ensordecedor canto que retumbó en las paredes del estadio y en toda Turquía y sirvió para que los jugadores se motivaran en el cierre del partido.
El juego se fue hasta los penales con el empate a tres tantos. Con el drama y nervio a flor de piel una figura se convirtió en inmortal y pasó a la historia del Liverpool y del futbol mundial: Jerzy Dudek.
El portero polaco, de casi 1.90 de estatura, hizo que el arco se viera pequeño. Solo el brasileño Kaká y el sueco John Dahl Tomasson lograron marcarle en la tanda. El maestro Andrea Pirlo y el ucraniano Andriy Shevchenko sufrieron al ver cómo Dudek detenía sus penales.
Con esas atajadas más el tiro que voló Serginho y los tantos de Diertmar Hamann, Smicer y Djibril Cissé, el Liverpool consumó el llamado milagro de Estambul, una de las finales de UEFA Champions League más recordadas y dramáticas en la historia del torneo.
“No creo que nadie haya visto nunca un partido como este. Fue una de las mejores finales de todos los tiempos. La gente hablará de este partido durante 20 o 30 años”, reconoció un feliz Jamie Carragher.
“Fue la mejor noche de mi vida. Ahora me siento en la cima del mundo”, finalizó ‘Steve G’.
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Información: Azteca Deportes
Imagen: Twitter