El próximo domingo a las cuatro de la tarde el presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Manlio Fabio Beltrones, encabezará en San Andrés Cholula la Convención de Delegados, en la que rendirá protesta Blanca Alcalá como su candidata al gobierno del estado.
El acto formal será importante, pero más los tamaños del líder en el que los priistas poblanos pusieron toda su confianza para regresar a Casa Puebla y fracasó en sus intentos de romper la coalición en favor del candidato que postulará Acción Nacional (PAN) al gobierno, cuando el Partido Nueva Alianza (PANAL) rechazó sumarse a la propuesta priista y formalizó su respaldo a Tony Gali, como también lo hizo el Partido del Trabajo (PT).
Este jueves en su Itinerario Político de El Universal, el columnista Ricardo Alemán tituló: “¡Entrega el PRI Puebla! Ayudará a Moreno Valle”.
En la columna plantea el escenario de que será la coalición encabezada por el PAN la que ganará las próximas elecciones estatales porque está negociado y así conviene al gobierno de Enrique Peña Nieto, para que el ahora gobernador poblano sea candidato albiazul a la Presidencia y en su momento, al ir en tercer lugar, se sume a la propuesta priista y venzan juntos a Andrés Manuel López Obrador.
¿Especulación? Posiblemente porque explica de esa forma el hecho de que el PANAL y el PT apuesten en las elecciones poblanas por Tony Gali y no por el PRI como sucede en otras entidades federativas.
Si esas negociaciones son ciertas, Beltrones debe ser uno de los protagonistas y/o autores de tales acuerdos en los que están cediendo la plaza poblana por un proyecto de mediano plazo, donde nada garantiza que el sonorense sea el candidato presidencial del partido que dirige actualmente.
Por eso es trascedente su presencia el próximo domingo en Cholula donde no sólo le tomará la protesta a Blanca Alcalá sino tendrá que dar la cara y confirmar a los poblanos que encabezará personalmente la “Batalla por Puebla”, a pesar de que sea hoy un general herido ante su fracaso de destruir la coalición panista.
A su favor cuenta que impidió que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se sumara a los panistas en esta ocasión. Lo consiguió gracias al apoyo del senador perredista Luis Miguel Barbosa, sólo que la diferencia es letal porque El Sol Azteca no cuenta con el ejército electoral que aportará el PANAL a su candidato.
Hay razones que confirman que las posibilidades de sumar a Nueva Alianza al PRI en la entidad poblana empezaron a diluirse desde el domingo pasado cuando Beltrones no acudió al registro de su candidata, y su compadre el senador Emilio Gamboa, sólo vino a decir que continuaban las negociaciones.
Beltrones no amarró a los maestros a su causa y en una entrevista concedida el miércoles pasado a Ciro Gómez Leyva explicó, con coraje y rabia, en su respuesta:
“Sí, intentamos, y mucho, que pudieran venir en alianza con el PRI, como lo hemos hecho en otras entidades, pero ellos optaron por ir en alianza que ya tenían establecida seis años antes, directamente con el gobernador Moreno Valle más que con el Partido Acción Nacional con el que no creo que coincidan mucho”.
Mordió el polvo y responsabilizó al mandatario poblano de su derrota. Lo igualó con el gobernador priista de Veracruz, Javier Duarte, y sus escándalos por desvío de recursos públicos según concluyó la Auditoría Superior de la Federación y dijo que el poblano “debe rendir cuentas de su despilfarro”. No precisó detalles ni montos de su acusación.
Para muchos, Beltrones es el paradigma del político del viejo sistema mexicano. Su conocimiento y habilidades son ampliamente reconocidos, su forma de ganar las partidas lo convierte en un hombre exitoso. Por ello la confianza que generó entre los poblanos cuando fue designado como líder
nacional de su partido y después cómo condujo el proceso de designación de la candidata única, Blanca Alcalá que culminará el domingo cuando rinda protesta como candidata al gobierno.
El sonorense deberá demostrar con hechos que va en serio la competencia en el estado, que tiene no sólo candidata sino argumentos para vencer en las urnas a la coalición panista y al gobernador que por lo pronto le ganó la partida de las coaliciones.
De las anécdotas que se cuentan
El calor de la primavera de ese 2006 fue severo.
En la casa de un lujoso fraccionamiento de San Andrés Cholula se reunieron el anfitrión con el gobernador de Puebla, Mario Marín, y el candidato a la presidencia de la República, Felipe Calderón Hinojosa.
Meses antes el mandatario vivió el momento más difícil de su sexenio, cuando el 14 de febrero se reveló su conversación con el industrial Kamel Nacif en la que se confirmó la colusión para castigar con cárcel a la periodista Lydia Cacho por atreverse a denunciar los excesos con menores de edad de un socio del empresario libanés.
Quedó en entredicho la independencia del Poder Judicial estatal y Mario Marín se ganó para la posteridad el mote de “mi gober precioso”, como lo trató en ese momento Nacif.
La plática de esa primavera era importante porque estaba en juego la Presidencia de la República. El perredista Andrés Manuel López Obrador seguía al frente en las preferencias electorales y el priista Roberto Madrazo se iba relegando a tercer lugar.
Calderón fue contundente cuando planteó su argumento de por qué le convenía al poblano que ganara él y no el tabasqueño. Para concluir con una propuesta.
Gobernador, le dijo el panista, si gana Andrés Manuel usted irá a la cárcel. Si ganó yo, no.
Se hizo el silencio y agregó el candidato:
No quiero que me dé votos, sólo que en Puebla se juegue limpio y que gane quien tenga más respaldo popular. Tenga usted la seguridad de que cumpliré mi palabra.
En los hechos se confirmó el acuerdo.
Calderón ganó las elecciones en Puebla -el número de votos fue determinante en un proceso tan cerrado como el de 2006- y fue Presidente de México.
Mario Marín no piso la cárcel.
Esos son los acuerdos.
Es la política real.
{micodigo}
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